* “Es para sentirse orgulloso, la verdad, de tremenda colectividad en la que estás inmiscuido. Una sociedad tan compenetrada en dejar estos pequeños ‘adornos’, para seguir aportando a la ‘inmaculada grandeza’ de Chilpancingo”
Alfonso A. Catalán
Mientras caminas por la acera, cuidándote de que ningún imprudente conductor del transporte público te atropelle, no puedes dejar de percatarte de las características que hacen única a nuestra ciudad.
¡Ah, Chilpancingo!, antaño una capital con el cielo límpido, cuya flora estaba compuesta por bosques y selvas, impregnada del aroma del toronjil. Un lugar donde fluía un río de aguas cristalinas y con un clima benigno, que nunca llegaba a los actuales calores de hasta 40 grados. De eso, señores, no queda nada.
Sigues caminando por las ‘hermosas’ y ‘nada mal elaboradas’ aceras de esta orgullosa capital del estado de Guerrero, que fue cuna de los Sentimientos de la Nación presentados por el cura independista José María Morelos y Pavón, con banquetas mal elaboradas y sin las rampas para las personas que se movilizan en silla de ruedas, y eso si acaso llegan a estar edificadas, porque en muchos sitios se carece de esas construcciones, tan necesarias para todos los transeúntes.
Pero mientras recorres, ya sea el ‘bellísimo’ Centro, colonias encaramadas en los cerros o la ‘magna y suntuosa’ obra llamada “Parque Lineal Río Huacapa”, algo hay en común que hace que transformes el rostro tranquilo en uno en donde una mueca de asco se asoma.
Porque si hay algo que verdaderamente caracteriza a Chilpancingo, no es el tradicional pozole o el atole de toronjil, sino el ‘precioso’ aroma que emana del encauzamiento del río, de las calles y barracas. Esa ‘deliciosa’ fragancia que se filtra en pleno Centro, que se impregna cuando degustas tus alimentos en algún negocio local; cuyas partículas, tremendamente ‘incorruptas’, ingresan a tu boca y en tu paladar al disfrutar de una nieve o un café en compañía de tu pareja.
Hablamos, claro está, del inconfundible olor a drenaje, suciedad e inmundicia, del que todos estamos más que acostumbrados.
Sin embargo el ‘inmaculado olor’ no es lo único que nos distingue. No, tenemos sinfín de adornos que lo acompañan. Basta que camines por casi todas las calles de la capital del estado para encontrarlos. ¿Todavía no lo sabes? Vamos, no tienes que esforzarte.
Allí, en alguna esquina, en cada parada de transporte, entre arbustos o junto a una imagen de la Virgen, se le puede observar: montones de basura apilada, dirán algunos, pero tú sabes bien que es un ‘adorno’ que no puede faltar. Generalmente apilada para que se produzca un ‘perfume sublime’, escurriendo alguna clase de líquido de dudosa procedencia y cuya cereza del pastel son los enjambres de moscas, que bien pueden estar un día en tu mesa, otro pueden estar adornando las ‘aromáticas’ bolsas que son, en la actualidad, lo más característico de Chilpancingo.
—¡Maldito gobierno, ellos tienen la culpa! —te justificas. Y sí, supongo que tienes razón, tal vez sean ellos los culpables de que tires cualquier clase de desperdicio en la calle, sin el menor pudor y ante la vista de todos. Pudiera ser que las autoridades municipales sean los responsables de que, cuando llegue alguna lluvia a nuestra región, la gente que vive en las zonas de alto riesgo, como las barrancas, saque bolsas gigantes, repletas de sus inmundicias, para tirarlas al mismo y que la corriente se las lleve; sí, tienes razón, probablemente sean ellos los irresponsables.
“Es que el gobierno nunca hace nada, no limpia, no pasan los carros de la basura”, te dices, mientras, irónicamente, contribuyes ‘embelleciendo’ la ciudad, pones tu “granito de arena” colocando tus bolsas con desechos en cualquier esquina.
¡Ah, qué hermoso es Chilpancingo! Y ni que decirlo, porque esta práctica la realizan tú, tus padres, amigos, dueños de negocios, restaurantes, hospitales y un largo, largo etcétera. Es para sentirse orgulloso, la verdad, de tremenda colectividad en la que estás inmiscuido. Una sociedad tan compenetrada en dejar estos pequeños ‘adornos’, para seguir aportando a la ‘inmaculada grandeza’ de Chilpancingo, nuestra querida capital.
Solo te pido una cosa. Sigue así. No cambies tu actitud ni tu forma de vida. Bien sabes que no pasa nada. ¿Verdad?
Está más que claro que si llueve y se tapan las coladeras, si se inundan las calles o si el Huacapa se sale de su cauce (otra vez), obviamente es culpa, total y completamente, del gobierno, ¿verdad?
Sigue así, chilpancingueño, sigue ‘embelleciendo’ la ciudad… Bien dicen que todos tenemos lo que merecemos. (Foto: Recolección de basura choferes y chalanes Servicios públicos Chilpancingo)