En el mejor clima, por Elino Villanueva
En el éxito del Parque de Educación Ambiental Granja Amojileca, como único sitio en su tipo en el sur del país, por lo menos en Guerrero, al menos en su concepto e identidad, y como espacio ya emblemático de convivencia en Chilpancingo, tiene que ver, en mucho, la elección de un criadero de venado cola blanca (Odocoileusvirginianus acapulcensis) como “sitio ancla” de sus instalaciones y servicios.
¿Por qué el venado cola blanca?, nos han preguntado algunas personas que se interesan en el tema, porque, ya se sabe, en lo general ni en las oficinas del Gobierno del estado ni en las de los diputados del Congreso les ha interesado el asunto, en lo mínimo, pues nuestros planteamientos llevan ahí ya casi cuatro años sin que haya una respuesta que represente interés en la agenda ambiental presentada.
Ya se ha explicado aquí que la Granja Amojileca funciona bajo un esquema jurídico y administrativo del cual México es ejemplo a nivel mundial: las Unidades de Manejo de Vida Silvestre (UMVS), también conocidas como Unidades de Manejo Ambiental (UMA), y que de forma por demás absurda, incomprensible, de las casi 14 mil unidades que hay en el país, especialmente en la región noroeste, en Guerrero apenas tenemos registradas un centenar, oficialmente, y de esas no funcionan ni veinte, y de ellas realmente con resultados si acaso hay diez, así estamos.
Eso constituye realmente una ofensa, tomando en cuenta la cantidad de especies de flora y fauna con que cuenta el estado de Guerrero, al que las instancias públicas presumen como uno de los que poseen mayor biodiversidad en el país, pero en los hechos se desdeña la gran posibilidad que tiene de promover el desarrollo mediante la utilización de las Unidades de Manejo de Vida Silvestre, no hay dudas.
En el tema central de esta entrega, por qué se decidió por el venado “cola blanca” como elemento central del proyecto, justamente porque la especie está en peligro de extinción debido a la caza indiscriminada, irracional, pues en las localidades los cazadores furtivos van dos, tres, cuatro, hasta cinco veces por semana a las “arreadas”, con armas y apoyados con perros de caza, lo cual significa una grave afectación a un elemento tan importante y majestuoso de nuestro entorno.
Todo ello, a pesar de que el venado tiene una participación importantísima en los elementos de la cosmogonía de nuestros antepasados aztecas, pues hay que recordar que cuando los conquistadores europeos llegaron al territorio nacional, la gente se sorprendió porque traían con ellos “venados gigantes”, en referencia a los caballos que venían con los soldados de Hernán Cortés, lo cual indica la referencia primordial que se tenía sobre el venado entre las especies de fauna locales.
En nuestro caso nos ha servido para asegurar el éxito del proyecto, que se acerca ya a veinticinco años, mientras las autoridades, en muchos casos, ni siquiera conocen todavía este esfuerzo personal y familiar. Y ni para andarles rogando. Sí, pues.