Por Isidro Bautista Soriano

Lo vivido durante cuatro días en Chilpancingo, del sábado 8 al martes 11, fue algo inédito.

Casi todos los habitantes de la ciudad permanecieron ocultos, resguardados en sus casas, ante lo que se convirtió, de hecho, en un toque de queda.

El tentáculo que enseñaron no lo tiene ni Morena… para movilizar gente.

El ex segundo de a bordo de AMLO, Adán Augusto López, ex secretario de Gobernación, se acobardó y canceló su visita a Chilpancingo.

Si tuviera agallas, habría expresado no sólo su solidaridad con los habitantes de la capital del estado, sino que hubiera hecho acto de presencia en el lugar del evento, aun sin público, para enviar con solo ese hecho un mensaje de aliento, pero le dio la vuelta, como lo han hecho y siguen haciéndolo los aspirantes a dirigir este país.

Uno de los líderes de la movilización que puso patas arriba a Chilpancingo dijo que pudieron haber hecho cosas peores:
“Si nosotros quisiéramos desestabilizar, escúchenme bien, abrimos con el camión Dino el Congreso hacemos un desmadre y hubiéramos quemado todo el Congreso”.

“Y abrimos la puerta del palacio de gobierno con el camión mandándoles una señal: que si nosotros quisiéramos hacer un desmadre, así como lo quieren ellos decir, de desestabilizar el estado o al gobierno, hubiéramos entrado, y hubiéramos hecho lo que hacen los ayotzinapos”.

Y agregó: “Hubiéramos quemado, y agarrado todo, y sabíamos (ojo) que ahí estaba el secretario General de Gobierno”.

En Colombia, donde se ha vivido lo peor por el imperio criminal del capo Pablo Escobar, hubo coches bomba.

Aquí en Chilpancingo fue paralizado no sólo el transporte y el comercio, sino que también fueron cerrados los edificios públicos.
Esto me remontó al pasaje bíblico:

“Y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová”.

Hasta que clamaron a Dios, las cosas cambiaron. No hubo antes nadie, ningún poder que los salvara.

Evelyn Salgado, la gobernadora, le apostó al diálogo, y le funcionó. Sin echar ningún disparo. Tuvo que aguantar y aguantar, hasta llegar a la mesa de negociación.

Por esta vez, la prueba fue superada, y la normalidad ha vuelto a las calles de Chilpancingo. Pero, ¿por cuánto tiempo?