David Martínez Téllez
El quebranto de la imagen de Porfirio Muñoz Ledo es lo que popularmente se llama camaleón de la política. Se cambió de partido político, sin aparente justificación legítima.
En esa última frase del párrafo anterior lo sinteriza el parroquiano. El comentarista político incipiente lo ubica como pragmático. El analista político entiende que el político busca por cualquier medio el poder. Este es su principal objetivo.
Nicolás Maquiavelo llegó a esa conclusión luego de observar y revisar detenidamente a los gobiernos de su época, plasmados en su obra El príncipe. Retrató sin adjetivos cómo fueron (y son) los gobiernos. Comportamiento que hasta la fecha no ha variado -válgase que repita la verdad-. Por lo tanto se ha llegado a la teoría política de: “el fin justifica los medios”. O “todo” es válido hasta alcanzar el poder, y, cuando se alcanza ese sitio el gobernante hace lo que le parece correcto.
Como todo en la naturaleza del ser humano existen variaciones, y, esto mismo se observa en los gobiernos; hay buenos y malos, como también los hay mejores y peores.
Muñoz Ledo, para argumentar lo camaleónico, de manera sintética escribo que nace y crece políticamente en el PRI. Cambia de partido hacia el PRD, cuando analiza que en el tricolor le impiden ascender. Muñoz Ledo formó parte de la Corriente Democrática en el PRI, que luego se convertiría en PRD.
De este partido (PRD) se sale porque vuelve a percibir que lo bloquean políticamente y es candidato a la presidencia por el PARM. Regresa al PRD y de aquí salta a Morena.
En todos los partidos fue una persona crítica. Lo fue en el PRI, PRD y Morena.
La crítica de Muñoz Ledo no era una inconformidad visceral, como tampoco la defensa de una idea o iniciativa. Porfirio como muy pocos políticos, fue un buen lector y excelente polemista, de los pocos políticos que escribieron en periódicos de circulación impresa (ahora digital). Presentaba argumentos y muchos de ellos convincentes.
En algún momento de su vida política se le nombró precandidato a la presidencia de la República, como era un ser humano inteligente y con criterio, por esto mismo lo descartaron. Aunque parezca una contradicción de percepción social lo que escribí en la línea anterior, en política es un error dejar a alguien con poder con las características de Muñoz Ledo. Quien estuvo en el poder siente que va a ser rebasado como un personaje del perfil de Muñoz Ledo. Por eso, por la ausencia de este corte de intelectuales, es que estamos como estamos.
No solamente desaparece una personalidad (ayer domingo 9 de julio dejó de existir), sino un punto de vista con análisis razonable.