Ambientalistas y convicciones
Elino Villanueva
Uno de los problemas que más afecta a la posibilidad de difundir y consolidar una cultura de conservación de la Naturaleza, a pesar de la urgencia de colocarla en un primerísimo lugar de la agenda del Gobierno y los ciudadanos, es el personalismo, el egoísmo, la envidia y hasta el afán de venganza entre algunos de los promotores.
No falta el que trata de desplazar y destruir el trabajo de otros, realizado por años de verdaderos sacrificios personales y desvelos en la intención de dar un ejemplo de lo que se puede lograr si todos, desde el sector público, las instituciones académicas, las asociaciones civiles, nos uniéramos de veras en esta causa común y urgentísima.
Hay incluso oportunistas cobardes que sin escrúpulos adoptan modas y tendencias mediáticas y políticas para echar leña en contra de aquellos que, de buena fe, sin afanes de lucro y ante todo de forma pacífica, invierten su tiempo y recursos personales y familiares en favor de un mundo mejor para las futuras generaciones.
Ejemplos hay muchos, entre ellos los “ambientalistas” digitales que desde las “redes sociales” o los medios de prensa se erigen en jueces morales y desprestigian la labor de terceros. No se diga el extremo del Partido Verde, que lucra con los principios de la defensa del Medio Ambiente para obtener beneficios políticos y económicos.
En tal contexto, desde aquí va el llamado respetuoso para que quienes nos asumimos defensores de animales y plantas como compañeros de vida en el planeta, no como recursos utilitarios para resolver las necesidades humanas, nos unamos en una acción concreta el mes próximo, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente, para mostrar nuestra convicción en favor de una sociedad mejor.
No importa si es desde el Gobierno, organizaciones o colectivos, pero que de veras nos despojemos de revanchismos, dejemos de lado los “caimegordos” comunes, y realicemos una acción contundente, o varias, dirigidas a atender los problemas medioambientales que nos advierten ya los principios de un colapso en Guerrero, partiendo de la impresionante desertificación evidente en todos lados.
Desde El Sol de Chilpancingo, que tuvo el tino de abrir este espacio generoso, y desde el Parque de Educación Ambiental Granja Amojileca, con más de dos décadas operando de forma altruista, y más de cuarenta años de trabajo como respaldo en esta línea desde el Periodismo, la mano queda tendida y la propuesta planteada… Los promotores de la defensa de la Naturaleza tienen la palabra. Sí, pues.