POR: R. SALGADO LEYVA
La problemática de la Sierra en Guerrero es mucho más delicada de lo que suponemos. Los crecientes y justificados brotes de inconformidad son producto de ancestrales rezagos sociales que se han venido agudizando en los últimos días y no bastará sólo en advertirlo, sino que se encienden las señales de alarma para obligar a encontrar, a la brevedad, soluciones, si no definitivas, sí medidas urgentes que ayuden a atemperar la angustiante situación que se padece.
Ha sido contexto reiterado el brutal abandono que han sufrido históricamente los pueblos enclavados en la Sierra Madre del Sur, poblaciones y micro localidades cuyos habitantes en los últimos años han sido víctimas de vejaciones, persecuciones y hasta de asesinatos alevosos.
Por años han sido reclamos reiterados los asuntos referentes a la Educación y a la Salud; sin embargo, los gritos de auxilio se han vuelto angustiantes por la generalizada violencia que ha venido azotando a la región y de que hasta el momento solo se han logrado pequeños y a veces incumplidos acuerdos.
Esta región de fecunda riqueza natural ha permanecido, conjuntamente con la Montaña, en ancestral marginación, ante la ausencia de servicios elementales, particularmente en Salud Publica, Educación y últimamente desprotegida de Seguridad Pública.
El 22 de octubre de 2022, el H. Congreso del Estado aprobó la creación de la 8ª Región Económica denominada la Sierra, área que comprende importantes territorios de los municipios de Tierra Caliente: Ajuchitlán, Arcelia, San Miguel, Totolapan y Coyuca de Catalán; de la región Norte: Teloloapan, Cuetzala y Apaxtla; de la región Centro: Heliodoro Castillo, Leonardo Bravo y Eduardo Neri; y de la Costa Grande: Coyuca de Benítez, Atoyac, Tecpan, Petatlán, la Unión y Coahuayutla.
Es un territorio amplio, sin embargo, el reconocimiento oficial no ha resuelto lo fundamental y su acometida significará un enorme esfuerzo.
Áreas y comunidades en franca marginación que en la actualidad están siendo azotadas por la delincuencia, lugares donde hemos observado el desplazamiento vergonzoso de miles de familias, de decenas de comunidades que han quedado abandonadas y donde continúa imperando la angustia, la desesperanza y la pérdida de confianza en las autoridades.
Se han encendido peligrosamente señales de alarma y las presuntas soluciones de los enormes conflictos sólo podrían alcanzarse a resolver de manera aislada y limitada, sin coordinación y sin medidas que apunten hacia soluciones globales perfectamente planeadas, con diagnósticos confiables y recursos suficientes, que apunten hacia respuestas integrales y de factibilidad inmediata, a mediano y largo plazo.
Los malestares sociales tienen justificaciones razonadas y son producto de añejas demandas y en muchas ocasiones de engañosas soluciones, circunstancias que hoy deben de abordarse de manera institucional, en equipos multidisciplinarios, con estudios integrales y proyectos de alto impacto.
La creación de la 8ª Región, la Sierra, impulsada con positiva intención por la Gobernadora Evelyn Salgado Pineda, constituía una anhelada esperanza que esperaban los habitantes de esta área geográfica. En lo que seguramente no se previó fue que una iniciativa de esa magnitud requería, necesariamente, ser planteada al Ejecutivo Federal, en virtud de que sólo con el apoyo de recursos federales tendrá factibilidad esta gigantesca encomienda, puesto que implicará enormes inversiones en infraestructura física, administrativa, económica y social, y que para el Gobierno del Estado representaría inversiones enormes de gran dificultad, dados su limitado presupuesto y la magnitud de las múltiples demandas que se registran en todo el territorio estatal.
Los recientes acontecimientos de violencia e inseguridad registrados en la Sierra de Petatlán, los de Teloloapan y San Miguel Totolapan, así como los del pasado 26 de marzo en la Sierra de Tecpan, son el reflejo de la existencia de una peligrosa bomba de tiempo que amenazaría en explotar y que entrañaría efectos preocupantes para la gobernabilidad.
Hoy más que nunca debe aplicarse de manera inteligente y oportuna la operación política del Gobierno, y convocar la participación colaborativa de los líderes de buena fe y de todos aquellos que han asumido papeles protagónicos y que han presionado históricamente para apresurar sus propios fines.
La Sierra de Guerrero se encuentra convulsionada. Su pobreza, marginación y abandono han tocado los extremos de su tolerancia. La magnitud de sus problemas obliga a encontrar soluciones urgentes y definitivas.
Así hay que entenderlo. Esa es la realidad.