ANA LILIA TORRES
El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González expresó que la trata de personas es un delito que atenta gravemente contra la dignidad humana y ofende a toda la sociedad, por lo que llamó a los ciudadanos a denunciarlo, para construir la paz y el bien común.
En el marco del tercer domingo de la Jornada Nacional de Oración por la Paz, el clérigo convocó a elevar una plegaria por las víctimas de este delito y por la conversión de quienes lo perpetran.
En su mensaje dominical, monseñor González González dijo que el delito de trata atenta contra la dignidad humana, porque “se retiene a una persona a través de engaños, enganchándola con el señuelo de un trabajo bien remunerado o un papel artístico, o a través de amenazas”.
A la víctima “se le esclaviza llevándole a prostituirse, u obligándole a trabajar casi sin sueldo, o haciéndole engañosamente ‘miembro de la familia’ con el fin de obtener un órgano de su cuerpo para un trasplante o para tenerla como sirviente de por vida”.
El prelado católico señaló que también sufren este delito aquellas personas que son obligadas a colaborar con grupos criminales, muchas de laa cuáles se encuentran en una difícil situación económica, con la ilusión de un futuro mejor.
“Algunos tratantes han explotado esta debilidad ofreciendo un trabajo en otro lugar, un papel estelar, con un sueldo magnífico, muy por encima de lo ordinario. Para la inmensa mayoría de quienes caen en este engaño el resultado es cruel e inhumano”, lamentó monseñor González.
Consideró que ser conscientes de este delito y denunciarlo es parte de nuestra responsabilidad ciudadana para construir el bien común.
“Estar atentos a las maneras de ‘enganchar’ a las víctimas y hacer una cultura de prevención, es también muy importante. Es necesario reflexionar y cambiar aquellas maneras de mirarnos y de relacionarnos, que son terreno fértil para este delito de la trata de personas”, advirtió el clérigo.
“Ninguna persona es una mercancía, nadie puede verse a sí mismo ni ser visto por los demás como una mercancía. Nuestro cuerpo es también nuestra persona. También somos nuestro cuerpo”, finalizó el arzobispo de Acapulco.