David Martínez Téllez

En la televisión de paga están de moda las series.

La incursión de José Eduardo Derbez en este tipo de formatos, me parece, tiene varios objetivos.

Ver a un actor que se percibe comediante hijo de Eugenio Derbez, quien en este momento, como mexicano, ha filmado en Hollywood con reconocimiento internacional. Que los Derbez acaparan la ventana del cine nacional. Que se conozca a nuevos talentos junto a muchos ya conocidos. Que en México se pueden filmar aceptables productos en formato de serie.

José Eduardo parece un comediante natural. Que con solo su aparición en pantalla la gente se va a reír.

En este serie Mi Tío aparecen algunos gags (chistes de buena factura). Pero no me parece un comediante que divierta al público, que sea natural.

El niño protagonista no se le cree que tenga asma. Y sus diálogos son poco audibles, ya sea por problemas de audio o porque no se entiende lo que habla.

El personaje de José Eduardo es de un músico promiscuo y como el ambiente musical es para eso también es drogadicto. De acuerdo al guión no es drogadicto empedernido; pero sí inhala cosas. Pero a pesar de todas esas características criticables resultan una basura porque finalmente es responsable con el sobrino, según la promoción. Dos o tres canciones que se pueden escuchar en la serie no se le entienden a la letra.

El papel de Eduardo Yáñez (dueño del bar y padre de la novia de Derbez) está sobreactuado como gay. Parece un maniquí.

Ariadne Díaz, hermana de José Eduardo, es alcohólica.

Si el tío es borrachín y drogadicto, más la mamá alcohólica era evidente que el niño (por accidente) se metiera drogas.

No me pareció una comedia. Más bien un drama.

En la serie no pude ver una toma que llamara la atención.

Estuve a punto de dejar de ver la serie en sus 6 capítulos. Soporté hasta el final para escribir estas notas. En la primera ocasión aguanté dos capítulos. En el segundo intento llegué al cuarto y ya en el tercero me chuté los seis.