Josefina Aguilar
Carmen Ignacio, quien escapó a un matrimonio forzado, reprochó que una niña cuesta 80 mil pesos, por lo que urgió a que se penalice está práctica que aún se realiza con el pretexto de los usos y costumbres
Carmen Ignacio García, mujer Na Savi quien escapó a un matrimonio forzado, pidió a diputados y diputadas legislar para terminar con el matrimonio infantil en la región de la Montaña y las niñas no sigan siendo vendidas por sus padres que las ven como mercancía.
Durante el Parlamento Juvenil 2022 desarrollado el viernes en el Congreso de Guerrero, Carmen Ignacio, originaria de la comunidad de Arroyo Prieto, municipio de Cochoapa el Grande, conocido como el más pobre del país, dijo “vengo alzar la voz porque mis hermanas y a mí nos están vendiendo”.
Ataviada con un traje típico de la etnia a la que pertenece, sostuvo que las mujeres Na Savi estamos cansadas del silencio de las autoridades ante esta práctica que se realiza con el argumento de que son usos y costumbres. La venta de menores es una realidad, es una verdad que no puede ser ocultada, por lo que urgió a las autoridades que escuchen sus gritos de auxilio.
Las niñas en la Montaña cuestan 80, 60 mil pesos, y es una realidad, remarcó. Como parte del Parlamento Juvenil 2022, Carmen Ignacio propuso adicionar el Código Penal del Estado de Guerrero para sancionar la venta de niñas en la región de la Montaña, así como la creación de un tipo penal para sancionar esta conducta ilícita, al considerar que sin ley, no hay crimen. “Es momento que este Congreso Local legisle a favor de la mujer indígena urge que se regule esta acción lesiva para nuestros derechos, para que el ministerio público y jueces realmente hagan justicia porque este crimen se comete de manera impune en contra de las mujeres indígenas”, reclamó. Refirió que México es un país que ha firmado tratados internacionales a favor de la vida, de la libertad y en la Constitución federal se plasman los derechos humanos, igualdad y derecho a la justicia de las mujeres, “pero no es una realidad allá en las comunidades más apartadas, allá donde ser mujer son mercancía, allá donde las mujeres ya no soñamos con ser doctoras o abogada porque los señores grandes nos venden y dicen que son usos y costumbres”.
Y recalcó “pero yo, yo me niego aceptar esa realidad porque yo me atrevo a soñar con ser abogada, y es por eso que alzo la voz para reclamar mi legítimo derecho a la libertad y la justicia”. En ese mismo sentido, llamó a las y los diputados, a no las usen para lucrar con su realidad, y les pidió “prometan que van a erradicar violencia matrimonio infantil, y no queremos que firmen más convenios que se queda en letra muerta yo no tengo precio, mi sueño no se vende que viva la libertad de las niñas de Metlztónoc, y Cochoapa”, concluyó.