- Monseñor Leopoldo González insistió en su llamado a los católicos para que se comprometan en “artesanos de paz”
Ana Lilia Torres
El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, exhortó a los feligreses a seguir unidos en la Jornada Nacional de Oración por la Paz y a pedir por todas las personas que han sido víctimas de la violencia en Guerrero.
Durante su conferencia dominical, el jerarca católico convocó a que durante esta semana “pidamos al Señor por todas las personas que entre nosotros han sido víctimas de las violencias y nos comprometamos a ser artesanos de paz”.
Ante el aumento de contagios de Covid-19, principalmente en Acapulco, el hizo un llamado a fortalecer las medidas preventivas para disminuirlos, como el uso de cubrebocas, la sana distancia, evitar aglomeraciones y lavado frecuente de manos.
“En caso de habernos contagiado, atendamos las indicaciones del médico, aunque no presentemos algún síntoma grave. Los invito a no perder la tranquilidad, a cuidarnos con mucha responsabilidad y a estar atentos para tender la mano a vecinos, amigos o conocidos en su recuperación”, exhortó.
Sobre la celebración del Día Mundial de la Escucha, este lunes 18 de julio, invitó a reflexionar en la necesidad que todos tenemos de ser escuchados y en la urgencia de escucharnos unos a otros para construir el bien común y fortalecer el tejido social.
“Con tristeza y preocupación vemos que estamos perdiendo la capacidad de escuchar a quien tenemos delante, tanto en el entramado normal de las relaciones de cada día, como en los temas más importantes de la vida civil”, indicó.
El representante religioso señaló que desde antes de nacer, todos tenemos la necesidad de ser escuchados, y muchas veces es una verdadera urgencia.
“Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, respetar, custodiar la palabra del otro. Atrapados por las prisas, por mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla”, agregó el arzobispo.
Consideró que la humanidad debe tener un corazón abierto para escuchar a Dios y al prójimo, porque así es como puede superar la indiferencia hacia el otro que le hace insensible, vencer sus razones de odio y abrirse al diálogo y la reconciliación.