David Martínez Téllez
Winston Churchill, un político inglés, revestido de una observación hacia el horizonte del poder (predijo que Hitler quería adueñarse del mundo), sobre la democracia dijo que es imperfecta pero es lo mejor que tenemos para la convivencia social.
Elementos básicos de una democracia: participación, estado de derecho, competencia, rendición de cuentas, existencia de un sistema de contrapesos, libertad y un árbitro.
El gobierno actual llegó por voluntad de millones de mexicanos. Es legal y legítimo. Así lo establece la Constitución y también las reglas del juego democrático.
Es un gobierno popular y bajo este sistema es que ha gobernado, de esta situación se desprende que realice todos los días información de su actividad.
AMLO es un hombre político hábil por dos circunstancias: entrega dinero directamente a la gente y emplea un discursoempático, en varias ocasiones, alejado de la realidad; pero jamás de la comprensión de su universo.
La simpatía que ha consolidado entre la población se basa en la distribución de recursos a diversos sectores.
Esta actitud de haberse ganado la simpatía social de millones de personas le ha llevado a violar la ley.
Por ejemplo, en la Constitución se encuentra el artículo 134 que prohibe realizar difusión de actividades en procesos electorales. A pesar de esa veda, tanto el presidente como actores políticos realizó eventos de proselitismo.
El mismo Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación de manera reiterada le ha señalado que está violando la ley. Pero el presidente ha amenazado a esta institución con su desaparición “a través del poder del pueblo”.
Cuando se señala que un presidente popular tiende a lesionar la ley, es cuando aplica su parecer, precisamente porque se siente como un Dios. Con esa posición lastima a la democracia en lo que se conoce como contrapesos. La misma democracia requiere de la pluralidad o del disenso porque es una manera de contener la soberbia del actor popular.
Si sobresale la popularidad del presidente resurge la impunidad. La frivolidad. Porque con esa percepción de fuerza política defiende a colaboradores que también violan la ley o incluso están asociados a eventos delictivos.
Citos dos ejemplos: el fiscal Gertz Manero utilizó su poder como fiscal para encarcelar a su cuñada por presunto homicidio culposo contra la compañera del hermano de Gertz. Es evidente que viola la ley del servidor público cuando usa su puesto para intereses personales. En este evento la Suprema Corte de Justicia no encontró ningún elemento para castigar a la señora y de inmediato recobró su libertad.
En otro evento violatorio es al exculpar (sin investigación de por medio) al secretario de la Marina Rafael Ojeda, por presuntos vínculos en la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa. Ojeda estuvo presente en la presunta incinceración de esos normalistas.
El presidente mexicano hace gala de su fuerza política en evidente violación de la ley. Esta actitud es signo de autoritarismo con demasiada inclinación a una dictadura. Pierde la democracia y aventja el autoritarismo.