• Monseñor Jesús González, quien suplirá a Salvador Rangel en el Diócesis Chilpancingo-Chilapa, dijo que “los franciscanos estamos llamados a mediar entre los hermanos en disputa dondequiera que estemos”
  • En México hace falta crear empleos y programas sociales para que la gente no caiga en las redes del narcotráfico.

Redacción 

Monseñor José de Jesús González Hernández, quien en las próximas semanas asumirá como obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, dijo que continuará el diálogo con los jefes de grupos delictivos que operan en Guerrero, tal como lo hizo su antecesor en el cargo, el polémico obispo Salvador Rangel Mendoza.

En declaraciones que hizo a la revista Proceso, el prelado dijo que “San Francisco fue el gran pacificador de la Iglesia. Tuvo que hablar con el ‘hermano lobo’ para que dejara de devorar a la gente y éste aceptó a cambio de comida. Desde entonces nosotros los franciscanos estamos llamados a mediar entre los hermanos en disputa dondequiera que estemos. Nuestro carisma es alcanzar la paz”, afirmó.

Monseñor González Hernández explica que el carisma de su congregación religiosa, fundada por San Francisco de Asís, siempre ha sido contribuir a la pacificación, así sea dialogando con la delincuencia organizada para persuadirla de dejar la violencia y las armas.

Cuestionado sobre quién es “el hermano lobo” en Guerrero, respondió: ¡Es el que mata y devora! ¡El narcotraficante! De manera que cuando llegue a la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa estaré obligado a dialogar con estos hermanos que viven del crimen. Me podrá dar miedo, pero representan un desafío que debemos afrontar. Ni modo. No siempre nos encontramos con personas afines a nosotros”.

Argumentó que “San Francisco únicamente siguió el ejemplo de Jesucristo, quien decía: ‘Tengo otras ovejas que no son de este redil, debo ir a buscarlas’. De manera que nosotros tenemos que ir más allá de las fronteras. Encontrar a las personas que están del otro lado para dialogar con ellas y persuadirlas de que dejen la violencia y las armas.”

–¿A qué se debe que hayan traspasado las fronteras?

–¡Al hambre! Al final siempre está el hambre, la falta de sustento. La desigualdad social provoca muchos conflictos. El “hermano lobo” sigue matando por hambre. Hay que ayudarlo. Por eso en México hace falta crear empleos y programas sociales para que la gente no caiga en las redes del narcotráfico.

El obispo franciscano señala que siempre se ha acercado a estos delincuentes, apoyado por el Papa Francisco, las enseñanzas evangélicas y los documentos de la Iglesia.

“En general, el diálogo con todos es una característica propia de la Iglesia, basada en las enseñanzas del evangelio. Recientemente, en su encíclica Fratelli tutti, el Papa Francisco volvió a exaltar el valor de la fraternidad y a invitarnos a dialogar con todo mundo sin hacer distingos. Hasta con los llamados ‘malos’ nos pide ser misericordiosos”, señaló.

De 57 años y oriundo de Etzatlán, Jalisco, González Hernández estudió teología y filosofía en la universidad que tienen los franciscanos en Tierra Santa. Allá se ordenó sacerdote en 1994. Primero fue párroco en Huazamota, Durango. De ahí se fue a Estocolmo como encargado de la Misión Hispanohablante. Luego pasó a Mozambique. En 2010 se le nombró obispo de la prelatura del Nayar, la apartada región nayarita colindante con Durango, en donde ha realizado su misión pastoral entre huicholes, coras y tepehuanos.

“Curtiditos” en guerras

El pasado 11 de febrero, El Vaticano anunció el nombramiento de González Hernández como obispo de Chilpancingo-Chilapa, mediante su órgano oficial, L’Osservatore Romano, en sustitución de monseñor Salvador Rangel, quien deja el cargo por haber cumplido 75 años, edad estipulada por la Iglesia para pasar al retiro.

Rangel Mendoza abrió una política de diálogo con los grupos delictivos que operan en Guerrero, a pesar de las descalificaciones en su contra por parte de los gobiernos estatal y federal, que lo acusaron de tener tratos con delincuentes perseguidos por la justicia.

Su sucesor, González Hernández, recalca que seguirá por ese mismo camino de diálogo con la delincuencia, “porque así lo exige la espiritualidad franciscana en la que nos formamos monseñor Rangel y yo. Inclusive, el lema de nuestra congregación es Paz y Bien. Es también nuestro saludo”.

–¿Será que, con ese propósito, el Papa ha enviado a esa Diócesis precisamente a dos franciscanos?

–Creo que sí, pues el Papa conoce muy bien nuestro carisma a favor de la paz, al grado de que, al llegar al papado, se puso Francisco en honor a san Francisco de Asís. Él, como jesuita argentino, ha participado en nuestros encuentros de religiosos latinoamericanos. Hablamos la misma lengua y compartimos la misma cultura.

–Llama también la atención que, a principios de los noventa, el obispo Rangel y usted coincidieron en Tierra Santa. ¿Se trataron ahí?

–Sí, claro. Él era entonces custodio del Santo Sepulcro y tenía que ver con los diálogos de paz. Yo era todavía un estudiante de teología y filosofía. Él nos animaba a los jóvenes a continuar en los estudios. Desde ese tiempo nos acostumbramos a los retenes militares, a las inspecciones, a los conflictos y a tratar con hombres armados.

“Desde entonces tengo relación con monseñor Rangel, quien años después me invitó a su toma de posesión como obispo de Chilpancingo-Chilapa. Ahí me dijo: ‘Oye, Chuy, me mandan para acá porque ya estoy curtidito en eso de las guerras, al igual que tú’. Y sí, nos tocaron las guerras de palestinos contra israelíes, la Intifada, conflictos internos, ataques terroristas y hasta la Guerra del Golfo.”

–¿Ya sabe usted con cuáles grupos delincuenciales tendrá que dialogar en Guerrero, cuáles son sus líderes y cómo operan?

–No, desconozco totalmente esa situación. Apenas me acaban de nombrar obispo y además estoy concentrado en mi trabajo aquí en la prelatura del Nayar, que todavía no tiene rango de diócesis debido a sus carencias: le faltan sacerdotes, no tiene seminario mayor, tampoco casa pastoral y ni siquiera es autosustentable.

“Necesito estar en Chilpancingo para ir conociendo la situación. Saber quién jalonea para acá y quién para allá, dónde y con quiénes se puede dialogar. Monseñor Rangel me dará pormenores y me orientará porque ya tiene un camino recorrido. Continuaré con las cosas buenas que él haya realizado. Y si cometió errores, pues procuraré no repetirlos… Pero eso sí, llegaré con la misma actitud de acercar a los hermanos”, explicó.

También dijo que intervendrá en el caso de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, por ser un municipio de la Diócesis. Pero primero tendrá que acercarse a las víctimas para escucharlas; lo mismo al clero local que las viene acompañando. “Antes de emprender cualquier acción, necesito escucharlos a ellos”, admite.

Dice estar consciente de que Guerrero es el estado más peligroso del país para ejercer el ministerio sacerdotal. Aparte de los secuestros y extorsiones, en la entidad han sido 10 los sacerdotes asesinados por el narco. Le siguen los estados de Veracruz, Chihuahua y Michoacán, según el reporte más reciente del Centro Católico Multimedial, organismo eclesiástico que realiza estos conteos.