• Se ha vuelto un virus que enferma y destruye a la sociedad si no se previene a tiempo, advierte monseñor Leopoldo González
  • Convocó a los guerrerenses al diálogo y la unidad, porque son elantídoto contra ese mal 

Ana Lilia Torres

El arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, expresó dijo que es preocupante el aumento de la polarización y la enemistad social, los cuáles en estos tiempos se han vuelto un virus que enferma y destruye a la sociedad si no se previene a tiempo.

En un mensaje con motivo del Día de San Valentín, que se celebra este 14 de febrero, el prelado pidió a los guerrerenses buscar el diálogo, la unidad y la fraternidad, que consideró son el antídoto contra ese tipo de males.

“Con mucha tristeza y preocupación hemos visto como ha crecido la polarización y la enemistad social. Son un virus que han enfermado nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar”, expresó el clérigo.

Lamentó que al prójimo ya no solo se le vea como un desconocido, inmigrante o refugiado, sino hasta como un enemigo.

“Hemos de protegernos de ese virus que nos destruye, y para ello el Papa nos propone el diálogo. Es el camino que nos permite ir hacia la amistad social, hacia la fraternidad universal”, exhortó el arzobispo en su mensaje. 

Consideró que el diálogo es el camino propicio para el encuentro de las personas y para empezar a respetar el punto de vista del otro.

Es necesario “comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia. Así se vuelve posible ser sinceros, no disimular lo que creemos, sin dejar de conversar, de buscar puntos de contacto, y sobre todo de trabajar y luchar juntos”, señaló.

Monseñor Leopoldo González dijo que sólo el amor hace posible, poder colocarnos en el lugar del otro para descubrir qué hay de auténtico, o al menos de comprensible, en medio de sus motivaciones e intereses. 

“En el diálogo no hay lugar para descalificaciones humillantes ni para manipulaciones de la realidad motivadas por los egos o intereses personales. Que nos apasione intentar encontrarnos, buscar puntos de contacto, tender puentes, proyectar algo que incluya a todos”, conminó.

Planteó que este estilo de vida hace posible la paz social y la integración de todos, porque “sin el diálogo, las diferencias se transforman en hostilidad, amenaza, violencia”.

Señaló que a la amistad se llega cultivando la amabilidad y que en tiempos de grave dificultad, cuando crece la tentación de “sálvese quien pueda”, es posible dar un buen trato, no herir con las palabras o los gestos, como un intento de aliviar un poco el peso que la vida carga sobre los demás. 

“Este don nuestro dispone a la otra persona también a dar y así vamos entretejiendo la amistad entre todos nosotros, la amistad social”, concluyó monseñor González González.