Muchos periodistas, analistas y no pocos políticos apostaban doble contra sencillo, cuando Evelyn Salgado Pineda se convirtió en gobernadora electa del estado, que la joven abogada “no daría el ancho” como mandataria estatal.
“Está muy verde”, “no tiene ninguna experiencia política”, “no va a saber qué hacer con el enorme poder que da ser gobernador”, eran algunos de los comentarios que se escuchaban por aquellos días.
Una vez que se convirtió en titular del Poder Ejecutivo estatal, Evelyn Salgado, con sus discursos y sus actos, comenzó a hacer quedar mal a sus críticos y a quienes auguraban que sería un fiasco.
A unas horas de cumplir tres meses en el cargo, ha demostrado que, lejos de dar tumbos, ya lleva varios aciertos –más de los que se esperaban de ella— y cada día que pasa mejora sus capacidades de decisión, demuestra más habilidad política –al menos más que las alcaldesas de Acapulco y Chilpancingo, que se supone tienen más experiencia pues ya fueron diputadas y tienen más kilometraje recorrido en la grilla—, trae un discurso con sorprendente claridad conceptual y hace gala de un notable carisma, tan escaso en los políticos de la actualidad.
Se ve, se percibe, que es una mujer que se aplica en las complicadas tareas de la gobernanza. Eso, sin duda, es un buen augurio para Guerrero, pues ya hemos visto en el pasado que los yerros y las torpezas de los gobernantes le cuestan muy caro a los guerrerenses.
Quizá –porque nada es perfecto— haga falta que la gobernadora pida prestado a un tlacololero un chicote para tronarlo y quitarles el aturdimiento a varios funcionarios de su administración que siguen en la lela…