La saliva, ni duda cabe, es un factor importante en la política.
El buen verbo, junto con el carisma, abren el camino al éxito de los políticos que, como dicen los morenazos de la costa, hablan chulo y son de sonrisa fácil.
Elaborar el necesario catálogo de ideas, construir el adecuado andamiaje retórico, y diseñar una estrategia discursiva y comunicativa, sin duda son elementos fundamentales para darle identidad a un gobierno.
Un ilustrado político guerrerense definía que la política era pensamiento en acción. Es decir, planteaba que son importantes las ideas, pero también las acciones.
Un gobierno sin ideas, es un gobierno hueco; pero uno sin acciones, cae en el terreno de la simple retórica.
Carecer de unas –las ideas—, y quedarse pasmado –por las razones que sean— cuando es hora de ejecutar acciones, es malo.
Ideas y hechos, son las dos caras de una moneda.
En los dos meses y medio del gobierno de la llamada Cuarta Transformación, hemos podido conocer interesantes ideas expuestas desde el más alto nivel del mando político, algunas de las cuales merecen un análisis detallado de su significado, de cómo están planteadas y el contexto en que se expresaron, pero debe decirse en honor a la verdad que son escasos los hechos y las acciones concretas.
Es cierto: hubo, por un lado, un problema grave de carácter económico, que maniató al gobierno, a sus estructuras administrativas y financieras, y le obstaculizó dar soluciones a los problemas que fueron presentándose en el arranque de esta administración morenista, pero también, hay que decirlo, el gabinete ha tardado más de lo normal en hallarle la cuadratura al círculo de la tarea gubernativa.
Algunos de los funcionarios públicos de la 4T llegaron provenientes de la grilla y de la academia universitaria, otros de las tareas legislativas, de la talacha partidaria y de la recomendación cuatacha, pero pocos, unos cuantos solamente, se sentaron en las sillas de las oficinas gubernamentales que les fueron asignadas con alguna experiencia previa en administración pública.
A varios, es evidente –lo que se ve no se juzga—, les falta habilidad para resolver conflictos, tomar decisiones administrativas y hacer bien la chamba encomendada. Vaya, se les dificulta hasta dictar un oficio.
Es cierto, hay que darles tiempo. ¿Pero cuánto tiempo? Las urgencias de Guerrero, dar solución a los problemas que padecen los guerrerenses, exige decisiones acertadas, pero también oportunas. Rápidas en algunos casos, cuando la naturaleza del conflicto lo impone, más relajadas y mejor pensadas cuando las circunstancias lo permiten.
Pero lo que sí es cierto es que problema que no se atiende en tiempo y forma, puede convertirse en una bronca más grande.
Así las cosas, con esta rápida mirada a lo que ocurre en estos días que corren, conviene que donde se toman las decisiones importantes para el futuro de Guerrero, y en este todavía incierto arranque de año, como ocurre en una partida de ajedrez, se arme bien la jugada.
Seguramente ya se tiene el diagnóstico de los problemas urgentes, prioritarios e importantes, es muy posible que ya los tengan bien jerarquizados y definidas las partidas presupuestales correspondientes, por lo que ahora toca ponerse a darle duro y macizo a la construcción del Guerrero que tiene pensado el gobierno de la 4T, antes de que el desencanto y la decepción hagan de las suyas.