- El secretario de Desarrollo Social habla de cómo se formó en la cultura del esfuerzo, con disciplina y trabajo
- Además, dice que es un político al que le ha ido bien en la política, porque nunca ha perdido una elección
Educado por una abuela enérgica y dura que le levantaba casi de madrugada a vender gelatinas y chicles para convertirlo en hombre de disciplina y trabajo, formado en lo que llaman la cultura del esfuerzo, Mario Moreno Arcos puede considerarse un político al que le ha ido bien en política –nunca ha perdido una elección—, aunque en varias ocasiones ha sufrido los sinsabores de los reveses en algunas de sus aspiraciones como soldado del Partido Revolucionario Institucional.
Ha escalado, uno a uno, los peldaños de la política guerrerense y ha vivido los altibajos de su partido. Fue síndico procurador del Ayuntamiento capitalino, dos veces presidente municipal de Chilpancingo, diputado local, dos veces diputado federal, delegado del ISSSTE en el estado y actualmente secretario de Desarrollo Social del gobierno del estado.
Dice que no es un aventurero de la política ni una “chucha cuerera”, que vive intensamente todo lo que hace, que tiene los pies firmes en la tierra, que está preparado para ser y no ser, y también cuenta sus vivencias y su relación con algunos personajes como el actual gobernador del estado, Héctor Astudillo Flores, y los exgobernadores Ángel Aguirre Rivero y Zeferino Torreblanca Galindo.
Esta es la conversación que tuvo con EL SOL DE CHILPANCINGO:
–Después de haber sido diputado al Congreso del Estado (1994-1997), en el año 2000 estabas posicionado como un fuerte aspirante a la presidencia municipal de Chilpancingo, pero no llegaste y alcanzas el cargo hasta cinco años después, en complicadas circunstancias políticas. ¿Qué nos dice al respecto?
–Sí, se da en una circunstancia verdaderamente difícil, adversa totalmente. En un primer momento yo tuve la oportunidad de ser diputado local, después de síndico procurador, cuando al frente de la administración municipal de Chilpancingo estuvo el licenciado Héctor Astudillo, quien que me permitió trabajar con él muy de cerca, y que para mí fue una formación extraordinaria. Ahí aprendí a querer y a conocer la problemática del municipio y a empezar a aspirar y a soñar que en un momento determinado pudiese yo tener el privilegio de ser el presidente municipal. Busqué la diputación local, se dio afortunadamente; después busqué ser candidato a la presidencia municipal, pero finalmente ese propósito no se dio. Me dolió, porque yo creo que estaba bien posicionado para ser el candidato. Esta situación, siendo yo muy joven, me impactó mucho, me marcó. Pero con esa capacidad que debes de tener siempre de poderte acoplar a las circunstancias y a los momentos, un día me llevo a decir: ‘gracias a quien haya tomado la decisión de no haberme permitido llegar a la presidencia municipal’, porque tres años después (en 2005), cuando yo llegué, ya traía una formación, traía más conocimiento, traía un bagaje de experiencias adquiridas en el Congreso de la Unión (fue diputado federal en la LIX legislatura), y eso me dio la posibilidad de buscar opciones y alternativas para poder hacer algo realmente trascendente para el municipio.
–Pero te tocó uno de los momentos más complicados del PRI en Guerrero: en 2005 se perdió la elección de gobernador, la mayoría de los municipios del estado, y entonces parecía que la única flama priísta que quedaba encendida era la de Mario Moreno, cargando toda la responsabilidad y el disminuido peso del PRI en Guerrero…
–Si, por supuesto. A mí me tocó vivir experiencias extraordinarias en esa oportunidad. Cuando se da mi designación como candidato (a presidente municipal de Chilpancingo), es en circunstancias totalmente adversas: acabábamos de perder la gubernatura, acababa de llegar al poder un partido diferente al que yo militaba y todo se veía cuesta arriba.
–¿Dudaste en aquel momento, dadas las circunstancias políticas en contra, en ser candidato y buscar la presidencia municipal de Chilpancingo?
–Nunca lo dudé. Un día lo platiqué con quien era gobernador, Zeferino Torreblanca. Fuimos compañeros diputados en la 59 legislatura. Éramos muy buenos amigos, convivíamos mucho en los recesos de las sesiones de la Cámara (de Diputados federal). Traíamos una muy buena amistad. Un día me invitó a desayunar y me invitó a militar en su partido (el PRD). Me dijo: ‘Yo voy a ser gobernador, te invito (al PRD), vente. De una vez te digo que el PRI no te va a postular, no te va a dejar pasar, hay muchos intereses. Yo voy a ser gobernador y tú vas a ser presidente municipal’. Con la confianza de que en ese momento éramos amigos, aunque después tuvimos algunos roces propios del ejercicio de gobierno, yo le dije: ‘Zeferino, te agradezco mucho la invitación, pero así como tú dices que vas a ser gobernador, yo voy a ser presidente municipal de Chilpancingo, por el PRI, o por donde sea, porque lo que me avala es mi trabajo político en las bases’. Y efectivamente él fue gobernador (en 2005), y a mí el PRI me da la oportunidad, me postula y gano. Quedé como presidente municipal. Y Chilpancingo fue de los pocos bastiones que el PRI conservó y que permitió mantener una llama viva en el partido.
–Cuando llegas a la presidencia municipal, supongo que se das cuenta de que Chilpancingo siempre ha necesitado la ayuda del gobierno estatal, con el que se da una relación complicada, y supongo que más con un gobernador de otro partido como resultado de la alternancia política, con la presión social encima, porque en esos primeros meses la expectativa era muy alta, y de repente volteas y ves pocos refuerzos… ¿cómo fueron esos momentos?
–Debo decirte que yo entendía perfectamente que llegaba en una situación compleja y difícil porque no contaba con el respaldo del gobernador. Zeferino Torreblanca había ganado la elección en febrero (domingo 6 de febrero de 2005), toma posesión el 1º de abril y la elección para presidentes municipales fue el 2 de octubre. Yo llego a la presidencia municipal el 1º de diciembre, y a los pocos días con nuestro pueblo fiestero hicimos un Paseo del Pendón que fue extraordinario, pero fue muy duro para el gobernador, porque hubo un gran rechazo para él, para el gobernador, y eso se hizo evidente en la plaza de toros. Aún lo recuerdo; fue algo no grato.
–¿Qué ocurrió? ¿Hubo en algún momento algún reclamo del gobernador?
–Sí, desde el primer momento hubo un señalamiento en el sentido de que yo había organizado todo. Obviamente jamás lo hice. ¿Cómo iba yo a poner de acuerdo a once mil gentes que estaban en la plaza de toros para que le chiflaran al señor gobernador? Pues no. Además, yo llevaba apenas 15 días en la presidencia municipal. Eso tensó la relación, se generó un distanciamiento. Pero a mí lo que me ha fortalecido a través de los años es precisamente la gestoría. Eso me ha llevado por una ruta que me ha permitido cumplir objetivos, alcanzar metas y no necesariamente estar supeditado al apoyo de un gobierno. Además, debo decirlo, Zeferino hoy exgobernador, es mi amigo. Tenemos una excelente amistad, una buena relación. Pero también debo ser muy puntual: él nunca me ayudó. La única ocasión, ya al cierre del gobierno, pagó la escultura de La Avispa. Hicimos un parque muy bonito y fue lo único en lo que me ayudó. Obviamente yo bajaba recursos, yo tenía contactos a nivel federal. Por ejemplo, bajé recursos para el sistema Omiltemi, para surtir de agua a Chilpancingo, y además me llevó a tener una buena respuesta de la gente. Debo decir que para mí fue un privilegio estar entonces entre los cinco alcaldes mejor calificados del país, incluso teniendo a un gobernador que no ayudaba a Chilpancingo.
—Al terminar ese periodo, el PRI recupera espacios en la Cámara de Diputados, recupera alcaldías y se empieza a perfilar su regreso a nivel nacional. ¿Mario Moreno se ve como un eslabón que permitió transitar de esos años complicados del priismo, del 2005, al resurgimiento partidista?
–No me atrevería a tanto. Tampoco soy una “chucha cuerera”, como dicen en mi pueblo. No. Me tocó vivir una circunstancia, traté de hacer mi máximo esfuerzo. Sí me tocó sostener la bandera, en años complejos, del PRI. Pero tampoco puedo decir que yo era un referente. Creo que me tocó aportar mi granito de arena y que fui parte de un proceso en donde el PRI reinició su nuevo posicionamiento.
–Te toca convivir con muchos personajes de la vida pública y de la política, incluso relevancia nacional, destacados… después regresas a Chilpancingo, en una situación nuevamente complicada, pues en 2010 el PRI en Guerrero vive una situación electoral.
–Tuve el privilegio de regresar a la Cámara de Diputados federal (LXI legislatura, 2009-2012) en condiciones muy favorables para mí, porque yo gané la elección de manera muy contundente. Fui el candidato con la tercera mejor diferencia a nivel nacional, de 300 distritos; me tocó ganar y ganar muy bien. Viví una experiencia en el Congreso de la Unión muy aleccionadora. Yo traía el compromiso de que me iban a nombrar, por los resultados obtenidos, presidente de la Comisión de Turismo, pero lamentablemente no tuve un gobernador que me defendiera. Hubo otro más gandalla y se quedó la presidencia de esa Comisión de Turismo para Quintana Roo. Entonces me llama Luis Videgaray y me dice: ‘vente, incorpórate como secretario de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública’. Esa fue una experiencia muy bonita.
–Y supongo que muy productiva también, en términos de actividad legislativa…
–Fue muy formadora. Tuve la oportunidad de aprender mucho. El estar cerca de gente con una enorme experiencia política, enseña. Durante dos años me tocó estar en esa comisión, la de Presupuesto y Cuenta Pública, y participar en la elaboración del presupuesto de este país, no obstante que quien gobernaba México era del PAN (Felipe Calderón). El poder convivir en mis dos periodos de diputado federal con personajes como Ángel Aguirre, y con gente de mucha experiencia política, me ayudó durante mi paso por el Congreso de la Unión y sirvió para proyectarme.
–¿Volverías a ser presidente municipal?
No. Debo confesar que vivir la experiencia de ser presidente municipal es muy bonito, pero también es muy desgastante. La primera ocasión que terminé de presidente municipal, dije: “Gracias, Dios, por permitirme salir con bien de esta”
–¿Hay que cambiar o hacer ajuste al esquema de funcionamiento de los municipios y su relación con los gobiernos estatal y federal?
–Sí, definitivamente. Es un problema, sobre todo fiscal y presupuestal. Los municipios son la autoridad más cercana a la gente, son los que deben resolver los problemas, pero son los que menos recursos tienen. Es una lucha de todos los días de poder sacar problemas, problemas y problemas.
Cuando a mí me dicen en 2005 que sea el candidato a la presidencia municipal, lo pensé varias veces, porque era una situación muy difícil. Primero porque venía una elección que se visualizaba muy complicada. Yo fui a una elección en donde, en Chilpancingo, el PRI perdió todo: el presidente de la República, el candidato a la gubernatura, los candidatos al Senado de la República, los candidatos a diputados locales y federal, y solamente gané yo. Para mí fue como una derrota. Asimilar eso fue muy difícil, porque me ponía en una circunstancia un tanto complicada.
Y debo decir que el gobernador era mi amigo, a quien estimo mucho, pero que al final de cuentas era de un partido diferente, no éramos del mismo partido y eso se volvía complicado. Pero son experiencias y al final de cuentas también son oportunidades para aprender.
–En 2018, se da un gran cambio: llega al poder nuevamente la izquierda, con Morena. Hay visiones distintas. Mucha gente está a favor, otras en contra, pero vemos que la política es impredecible. Ahí están los recientes casos de Coahuila e Hidalgo. Mucha gente parece sorprendida, porque a veces los resultados no son lo que se esperan. ¿Cómo ves los actuales tiempos de la politica, cuando no hay resultados seguros y la incertidumbre se impone?
—Eso es lo interesante de la política, porque en la política no hay derrotas ni victorias para siempre. Se dan en base a diferentes circunstancias. En el 2018 prevalecía una circunstancia muy especial: había un rechazo, un enojo por parte de la población en general.
–¿Ya pasó eso?
–Si no ha pasado, sí empieza a disminuir ese enojo de la gente, porque después de conocer cómo opera uno y cómo opera otro, y ve que no ha habido un gran cambio o una gran diferencia, y coloca a las fuerzas políticas en una posición como la que se vivió hace unos días en Coahuila y en Hidalgo, en donde definitivamente hay posibilidades de competencia, porque se da en circunstancias diferentes. Hoy no es lo mismo para quienes están al frente del gobierno federal, porque no es lo mismo desde la oposición criticar y denostar de manera permanente, a gobernar, porque gobernar es un ejercicio muy difícil, muy complejo, que te lleva a generar respuestas todos los días, pero respuestas satisfactorias. Y cuando se empiezan a generar respuestas que no llenan las expectativas de la gente, el ánimo social empieza a decaer, y se empiezan a generar otras circunstancias como las que se produjeron en estos estados, y se generan más equilibrios. Y entonces se atreven a decir algunos que “estábamos mejor cuando estábamos peor” y eso lleva a una dinámica que, por ejemplo, en Guerrero, yo veo en una fase difícil, porque hay todavía un enamoramiento que no termina, una luna de miel que aún no termina, que está vigente. Y eso hay que entenderlo también.
–¿Es un reto imposible?
–No, tampoco. En política todo puede pasar. Lo único que hay que hacer es tratar de estar vigente y listo para lo que venga
–¿Cómo y qué debe hacer el PRI para encauzar y organizar sus esfuerzos pensando en lo que vendrá?
–Yo creo que se debe hacer un análisis de cuál es el momento en que vivimos; de ahí debemos de partir, y luego analizar perfiles, ver condiciones y circunstancias para poder enfrentar la realidad que vivimos. Que si se toma una decisión en base a encuestas o perfiles, yo creo que es sano. Yo lo veo bien. A mí no me inquieta ni me incomoda. Insisto: creo que es sano y debe de hacerse, para conocer el sentir y el ánimo de la gente, para presentar una propuesta que sea competitiva en una circunstancia compleja. El PRI, creo, debe estar también accionando y trabajando –los temas no me corresponden y no estoy metido en eso—, todos los días, arduamente, con las estructuras, porque hoy los procesos electorales seguramente habrán de descansar sobre esas estructuras, y el PRI tiene estructuras, sólo hay que reanimarlas y revivirlas.
–Hay quienes dicen que el principal punto de todo esto debe ser la unidad al interior del PRI. ¿Ves condiciones para que se pueda dar esa unidad, de primero organizarse adentro para luego ver hacia afuera?
–Yo creo que sí hay condiciones. Lo primero que te puedo decir es que hay un liderazgo, claro y bien posicionado. Eso ayuda. Hay un liderazgo en el PRI, y no estoy hablando necesariamente de la dirigencia. Se los dejo a su imaginación. Hay un liderazgo fuerte y fortalecido, que todos los días acciona y que trabaja para fortalecerlo, y eso debe ayudar a que quien sea el candidato del PRI pueda aglutinar los esfuerzos de todos. La unidad es básica. En una circunstancia como la que nos va a tocar enfrentar, el número uno es la unidad al interior del partido, el dos es la capacidad para aglutinar a algunas fuerzas políticas, la tercera es la capacidad de quien sea el candidato de hacer un gran llamado a la sociedad para que aquellos que por alguna u otra razón sufrieron un desencanto, puedan voltear nuevamente, más allá de cuestiones de partido, hacia proyectos claros, a proyectos que estén pensados necesariamente en cómo sacar adelante este estado. Si tú recuerdas, en 2015, la circunstancia que vivíamos en el estado era una de las peores de la historia. Había una ingobernabilidad total. Pero el gobernador Héctor Astudillo inició un proceso de rehacer, de trabajar todos los días en reconstruir un estado que vivía tiempos difíciles. En temas de violencia e inseguridad estábamos hasta arriba, éramos el lugar número 1. Hoy estamos hablando de condiciones y circunstancias diferentes. Creo que eso ayuda al partido. Pero definitivamente quien sea el candidato del partido en esta ocasión –y quien sea el próximo gobernador—, debe estar visualizando otra cosa. Este estado, Guerrero, merece un mejor destino, merece que quien sea el gobernador, llámese como se llame, esté comprometido con la búsqueda de un mejor futuro para los guerrerenses. No se trata simplemente de que “yo quiero ser el candidato o el gobernador”. Sí, pero ¿para qué? Hay que tener una visión muy clara, conocer el territorio a detalle, todos los rincones del estado, los problemas y las soluciones, porque si tú vas a buscar una solución, primero debes conocer el problema, y la circunstancia de cada región y de cada municipio. Tú no puedes hacerlo desde el centro. Desde el gobierno federal nos etiquetan y ponen a Guerrero como un todo, pero Guerrero es totalmente diverso, con una problemática en cada región, en cada microrregión hay una circunstancia diferente, que hay que atender también de manera especial y de manera diferente.
–¿Debe abrirse el PRI? ¿Hasta dónde?
–El PRI debe abrirse, definitivamente. Se deben buscar alianzas, e incluso candidaturas comunes.
–¿Mario Moreno se ha imaginado alguna vez fuera del PRI?
–He tenido ofrecimientos, en varias ocasiones, y he sido muy cauto y cuidadoso, y he transitado siempre en el PRI. Debo decirte que realmente de hoy no me veo fuera del PRI. Yo a mis años me vería hasta mal. La vida es impredecible y no sabes que va a ocurrir mañana, pero yo no me veo fuera del PRI.
—Te han tocado políticamente momentos buenos pero también adversos. ¿Estás preparado para los escenarios que puedan venir?
–Sí. Soy un hombre que me he preparado, a través de los años, para todas las circunstancias. He vivido mis momentos, los que me ha tocado vivir dentro de la política, intensamente. A veces son difíciles y a veces más amigables. A mí me han tocado momentos en los que se me ha hecho justicia pero momentos en los que he tenido que esperar.
–¿Estás listo para cualquiera de los dos escenarios?
–Sí, definitivamente. No soy un aventurero de la política. Yo tengo mucha claridad de cómo se vive y cómo hay que vivir la política. Soy un hombre que me he preparado cuando busco algún espacio, para ser, pero también para no ser. Es lo más normal. No me voy a acabar la vida con eso. He tenido reveses que me han dolido seriamente, porque creo que había condiciones diferentes, pero hoy vivo muy tranquilo, tengo una familia que me quiere y que me quiere bien, y no digo que antes no me hayan querido, pero hoy que ya soy un hombre más maduro, entiendo que no se te va la vida. Yo no voy a arriesgar mi futuro, mi vida, mi familia, por una circunstancia que yo vea que es adversa. Por supuesto que no.
–¿Hacia dónde va Mario Moreno?
–En la actualidad vivo intensamente lo que hago. En mi trayectoria he vivido intensamente mis momentos. Cuando fui alcalde de Chilpancingo, era yo el hombre más feliz, pese a que a veces me tronaba los dedos para ver qué iba yo a hacer al otro día, porque no tenía dinero. En la alcaldía vives administrando la miseria, pero era yo el hombre más feliz, porque lo disfrutaba al máximo, porque me la pasaba yo cerca de la gente, en contacto permanente, en mi cuidad, recorría comunidades. ¡Lo disfrutaba! Hoy vivo mi actualidad, mi momento, disfruto mucho ser secretario de Desarrollo Social. Todos los días camino, ando por todos lados, ando por todo el estado. Me apasiona ir a recorrer Guerrero, ver la sonrisa de un niño, la alegría de la gente, cuando le pones un panel solar y que ya tienen luz, cuando tú vas y ves la alegría de la gente que ya tiene un foco y ya tiene luz, con esa emoción. Y eso, como dijera el comercial, no tiene precio.
–¿Ves una luz que te pueda emocionar y generar esa misma sensación que nos cuentas?
–Sé a dónde enfocas tu pregunta, y sí, sí la veo. Creo que todavía no es momento, aunque seguramente pronto ya se habrán de tomar decisiones, y yo tomaré las mías.
–¿Irás tras esa luz?
–No la pierdo de vista. Yo soy un hombre muy comprometido con lo que hago y creo que cuando yo tenga que tomar una decisión, si yo creo que las circunstancias y condiciones pueden ser favorables, por supuesto que voy a ir, pero también con mucha claridad, si yo veo que las circunstancias no son favorables, tampoco daré un paso en falso. No soy aventurero de la política. Tengo los pies muy puestos sobre la tierra y soy un hombre que toma decisiones, decisiones inteligentes.