Cristofer Alberto “N”, es uno de cientos de niños que no regresaron a clases este lunes, sus padres prefirieron mandarlo a vender bolillos antes de inscribirlo a una secundaria.
Tiene 12 años de edad, vive en la colonia Guadalupe ubicada en la capital del Estado de Guerrero.
Para él, fue otro día más, se levantó a las seis de la mañana, cuando el cielo todavía estaba obscuro, tomó su canasta para recoger el bolillo y salir a vender.
Recorrió las colonias Bugambilias, PPS, Héroes de Guerrero, Haciendita Aeropuerto, San Rafael Norte, Industrial y la Galeana.
Me lo encontré a eso de las 08:30 horas sobre la calle Mariscal Galeana, en la colonia del mismo nombre, estaba justo en la entrada principal de la Escuela Primaria “Profesor Caritino Maldonado Pérez”, me sorprendió mucho ver a un pequeño a esa hora en la calle y mucho más que estuviera vendiendo bolillos, trabajando. A esa hora todos los niños deberían estar pegados al televisor, en sus casas estudiando.
Me dirigía a mi trabajo y lo intercepté, le compré tres bolillos a nueve pesos y mientras me los entregaba, le pregunté por qué no estaba en clases, me respondió que sus padres no lo había inscrito, deduje e indagué si había pasado a sexto o quinto de primaria, me dijo que no, que terminó la primaria y que estudiaría la secundaria.
“¿Y por qué no estás en tú casa viendo la televisión, aprendiendo como en la escuela?”, le volví a insistir. “Mis padres no han tenido tiempo para inscribirme”, contestó. “¿Y en que secundaria te toca estudiar?”, le pregunté y me dijo que “por la que está en la colonia El Huajal”.
– “¿Pero tu si quieres seguir estudiando?”
– “Sí, pero tengo que vender bolillos, no tenemos mucho dinero, mi papá salió temprano para ver si conseguía trabajo y mi mamá también”.
Lo acompañé una media hora caminando y preguntándole más sobre su vida.
Me contó que le gusta la escuela, estudiar, pero que no sabe, que ahora se tiene que estudiar a través de la televisión, que tiene que estar pegado a la televisión para poder aprender.
Él piensa que sus padres debieron llevarlo a la escuela para que allá tomara sus clases.
“Cristofer” es un niño pequeño de estatura, aparenta unos 9 años, se le notan manchas blancas en el rostro, probablemente sea por desnutrición. Hoy no regreso a clases, tiene que trabajar, si usted querido lector o autoridades lo encuentran en la mañana por esta zona vendiendo bolillos, cómprenle y denle palabras de aliento, o si pueden ayudarlo háganlo.
Visiten su casa, a sus padres y díganles que lo inscriban a este ciclo escolar único e histórico, que ya inició a través de clases impartidas por la televisión.
El caso de Cristofer se da en la capital del estado, ahora imagínense las historias que se han de plasmar a lo largo y ancho de Guerrero, sobre todo en la Región de la Montaña Alta. (AG)