- *“Si no me muevo a andar aquí, siento que no estoy haciendo nada para buscar a mi hijo”, dice la mujer que ahora forma parte de Madres Igualtecas en Busca de sus Desaparecidos
Francisco Ocampo Torres lleva casi seis años desaparecido. La última vez que habló por teléfono con su madre, le dijo que tenía miedo. Desde entonces no se sabe más de él.
Quienes lo conocieron lo definen como un joven trabajador, amable y amante del deporte.
Vivía en Teloloapan junto a su familia. Un día, en 2014, sufrió una lesión y tuvo que ser trasladado al Hospital General de Iguala para que lo atendieran.
En el trayecto, Francisco desapareció junto a su padre. Sólo hubo una llamada por celular y después, nada.
“Tengo miedo”, le dijo a su madre antes de que se cortara la llamada. Fueron sus últimas palabras.
La familia sospecha que el Ejército, en colusión con la Policía Preventiva de Iguala, podría estar involucrado en la desaparición de Francisco.
“Lo buscamos y lo buscamos por todos lados, pero no lo encontramos, fuimos a la Ciudad de México a pedir ayuda y al Ministerio Público pero hasta ahora no hemos obtenido respuestas”, dijo doña Antonia a El Universal.
Han transcurrido casi seis años desde entonces. Hoy Antonia Torres Ortiz tiene 54 años de edad y participa de manera activa en el colectivo de Madres Igualtecas en Busca de sus Desaparecidos.
El grupo se formó en abril de 2019 y aglutina a unas 100 personas que buscan a sus seres queridos desaparecidos.
Cuando la mujer entró al colectivo, buscaba a tres personas: su esposo Francisco Ocampo Figueroa y sus hijos Eric y Francisco Ocampo Torres.
A su esposo y a su hijo Eric los encontró muertos.
Ahora pide ayuda para encontrar a Francisco, quien sigue desaparecido.
“Andar buscando significa para mí algo que me nace. Si no me muevo a andar aquí, siento que no estoy haciendo nada para buscar a mi hijo. Así ando bien, aunque a veces esté triste, pero les pido, pues, que me ayuden a encontrarlo porque él dejó a sus tres niñas”, declaró Antonia el año pasado al medio Desinformémonos.
A finales de 2018, alguien le dijo que a su hijo Francisco lo había visto por Cuernavaca.
Ella dio aviso a la Procuraduría General de la República (PGR), pero nunca investigaron la pista.
Doña Antonia entristece al recordar a su hijo. Lo recuerda con nostalgia y con cariño. Incluso con esperanza de volver a verlo.
“Recuerdo muchas cosas bonitas de mi hijo que si se las cuento, voy a ponerme a llorar. Era un hijo muy buena gente conmigo. Aunque estaba casado nunca se apartó de mí. Él siempre cuando se iba y todavía esa mañana (de su desaparición), pasó a decirme: ya me voy amá, voy a trabajar. Y fue el último día que lo vi porque en la tarde se vinieron para Iguala y él ya nunca regresó”, contó a Desinformémonos.