Isaías Alanís
Este escabroso tema y negocio meta institucional del tráfico de armas de EEUU a México, es muy viejo; la revolución se hizo con armas de procedencia norteamericana y los gringos elegían a quién vendérselas. En México la supresión de la venta legal de armas es de origen institucional. Durante el mandato tercermundista de Luis Echeverría, arguyendo el peligro de los grupos guerrilleros surgidos en la década de los setentas, se cerraron las armerías de México que expendían armas de uso deportivo; escopetas de todos calibres, pistolas de calibres permitidos, rifles de alto poder para incursiones cinegéticas y competencias de tiro, cartuchos y todo lo relacionado con el deporte de la cacería.
Al cerrarse las armerías en México, la venta de armas deportivas quedó en manos de la Sedena. En el Campo Marte tienen una armería que se puede consultar por internet. Sin embargo, el papeleo solicitado por Sedena a campesinos, hombres y mujeres de todas clases es engorroso. Ante la burocracia verde olivo a partir del cierre de las armerías, las policías de todos los niveles y traficantes civiles se encargaron de introducir armas a México; también el tráfico hormiga de trabajadores norteños que en sus autos transportaban armas de contrabando a pequeña escala que eran vendidas en sus lugares de origen a familiares y amigos; pistolas de calibres prohibidos: 357 Magnum, 9 MM, escopetas recortadas de ataque y rifles semi automáticos de alto poder solicitados por la gente.
Miembros de la Policía Federal de entonces, efectivos del Ejército y Marina vendían toda clase de armas deportivas y de grueso calibre prohibidas y de uso exclusivo de las fuerzas armadas: metralletas, rifles semi automáticos, Galil, R15 y AK47 que eran carísimos; pistolas 44 Magnum y todo un arsenal que con el tiempo y la necesidad del crimen organizado, subió de decibeles. Ahora es posible adquirir fusiles Barret, en el mercado negro, RPG, granadas de todo tipo, ametralladoras calibre 50 y todo el armamento que fue posible verlo en acción en Michoacán, durante el operativo de Calderón, y recientemente en Nuevo León, Culiacán, Guerrero y en todo el país, donde los comerciantes de droga se enfrascan en una batalla por controlar su territorio de venta, trasiego, siembra y elaboración.
Para poseer y transportar un arma a campos de tiro y actividades cinegéticas, se tiene que pertenecer a un Club de Caza, Tiro y Pesca, controlados por Sedena y Semarnat. Escopetas, pistolas, rifles permitidos desabastecidos pueden ir en cajuelas o a la vista, transportados en avión sin problema. La venta de armas deportivas pese a ser vendidas en la Sedena, todavía ocupa un lugar preponderante entre los traficantes y lo que ha exponenciado es la venta clandestina de armas de guerra, incluso hay sitios en internet donde se pueden adquirir, y en Tepito, se alquilan para cometer atracos o asesinatos.
Lo curioso es que en la frontera de Estados Unidos con México existen más de 9 mil armerías registradas, mas la venta de armas “calientes”, mercados de pulgas y el intenso mercado negro de armamento sofisticado que en México es de18 millones de armas en manos de civiles, el 80 por ciento es de origen ilegal. Basta con ir un domingo a Eagle Pass al mercado de armas para comprobar la enorme cantidad de armamento que ahí se expende a precios por debajo de las armerías formales.
El combate al tráfico de armas mediante el proyecto Frozen, una rebanada binacional entre México y EEUU está destinado al fracaso, mientras en EEUU la cultura de las armas forma parte del ser de lo gringo, la segunda enmienda avala la posesión de armas, y en un país guerrero, su venta legal recauda millones de dólares anuales.
Pese al esfuerzo “compartido” entre EEUU y México, el operativo Frozen no llegará a ser un paliativo. El tráfico de armas prohibidas ante la demanda de los carteles y sus luchas internas, se acrecentará porque representa un negocio millonario para los verdaderos traficantes enquistados en el sistema armamentista norteamericano.
Ni las balaceras en iglesias, cines, escuelas, centros comerciales han parado la venta de armas pese a la oposición de organizaciones norteamericanas, ¿Cómo evitará el operativo Frozen frenar el tráfico de armas a México, cuando existen miles de armerías en la frontera con nuestro país y no existe un control de parte de EEUU de todo lo que sale de allá?
El control de adunas del otro lado del Río Bravo está en manos de los guardias fronterizos y comerciantes de armas.
Sin embargo, todo lo que entra de México, incluyendo hortalizas, aguacates, etc., son meticulosamente evaluados por rígidos estándares de control y pese a esas revisiones, metanfetaminas, goma de opio, marihuana y todo tipo de droga entran como Sancho por su casa. ¿Existe un comercio selectivo de productos mexicanos de exportación, y entre los de mayor importancia son las drogas? Y en otro escenario underground permiten la entrada de armas ilegales porque es un millonario negocio, y ejercen un control fronterizo selectivo en la venta ilegal de drogas procedentes de Centro y Sur América que pasan por México, y las opiáceas, marihuana y drogas sintéticas sembradas y procesadas en México. ¿Qué harían millones de adictos norteamericanos si dejaran de entrar drogas por la frontera con México? El control de quién vende y a quien comprar, ¿es otro de las grandes razones del muro?
Lo anodino de la prohibición de venta legal de armas en México, imposibilita al Estado a detener a homicidas cuando las armas carecen de registro y control. Ampliar su venta legal incrementaría la entrada de divisas al país y en Guerrero se podrían abrir ranchos cinegéticos, cuidar la biodiversidad; pueblos originarios y campesinos tendrían fuentes de trabajo y mantendrían esos ranchos como reservas de la biosfera, proteger a la fauna en peligro de extinción como el jaguar y crear espacios adecuados para la practica de la cacería deportiva, como en España.
¿Le compete al gobierno de la 4T abrir las armerías en México y diseñar una estrategia nacional para parar un añejo problema entre EEUU y México?