POR: RAÚL SALGADO L.

Históricamente el ejercicio de gobernar, particularmente Guerrero, nunca ha resultado ser tarea fácil, y su problemática se agudiza ante los estigmatizantes fenómenos de la pobreza, la marginación social, el analfabetismo, y en los últimos 20 años azotado por la violencia, la criminalidad y la inseguridad.

En efecto, en las últimas dos décadas se ha ido acentuando la descomposición social y política, muchas veces propiciada por erráticas decisiones del gobierno federal, a la implementación de políticas públicas ineficientes y, en muchos casos, a los apabullantes excesos, privilegios indebidos y abusos del poder.

La imperfección de nuestra democracia ha palidecido ante la improvisación y ha propiciado hábitos político-partidistas que colocan al país en preocupantes escenarios, por intolerantes comportamientos de partidos y actores políticos que han degradado la vida social y política del país.

En Guerrero hemos visto desfilar a innumerables actores asumiendo irresponsables y desordenadas actitudes, quienes fungiendo como autoridades municipales han llevado a la bancarrota a decenas de ayuntamientos, los que hoy sufren colosales endeudamientos por falta de disciplina financiera, por el trato negligente a decenas de demandas laborales, los desordenados mecanismos en la prestación de servicios públicos y el complaciente y criminal abultamiento de nóminas como resultado de la contratación excesiva e innecesaria de burocracia.

Sobre el desempeño de los gobernantes que ha tenido el estado, podrían enumerarse algunos con significativas virtudes y uno que otro con señaladas insuficiencias.

Pero, insistimos: gobernar el estado de Guerrero nunca ha sido tarea fácil.

A propósito del 4° año de gobierno del actual Ejecutivo del estado, habría que recordar que Héctor Astudillo Flores llega a la gubernatura precedido de un ineficiente y atropellado interinato de su antecesor, con un enardecido ambiente social, y con una severa crisis política de ingobernabilidad.

Elegido con inobjetables y contundentes resultados, Héctor Astudillo, seguramente consciente de la delicada realidad política prevaleciente, asume con firme y madura entereza el compromiso de emplear su fortaleza física y moral, su experiencia y la amplia simpatía y confianza ciudadana, y da inicio a una intensa cruzada de conciliación y reconciliación con todos los sectores y fuerzas sociales.

El comportamiento que ha mostrado en lo social y en lo político de prudencia, sensatez y sobriedad, han sido los aderezos más apropiados que le han permitido ir superando con prudencia y perseverancia las confrontaciones, propiciando el cauce civilizado a los encuentros y desencuentros.

A pesar de nuestras ancestrales limitaciones y desafíos, las instituciones de Guerrero se mantienen en francas y saludables condiciones, lo que no ha sido fortuito, pues se ha definido un nuevo estilo de gobernar, de mayor acercamiento con la gente, de saber escuchar y entender sus necesidades, de reconocer con objetividad los asuntos de mayor problemática, de percibir que la inseguridad y la violencia reclaman de tratamiento cotidiano para enfocar estrategias específicas o bien para redefinir esquemas de mayor eficacia en el combate a los fenómenos que pesan gravemente sobre la tranquilidad de los ciudadanos.

La paz social no es asunto de un día. Resulta ser una intensa tarea que reclama la coordinación de esfuerzos, de estrecha comunicación de las fuerzas del orden Federal, Estatal y Municipal, pues en sí, ese ha sido uno de los mayores aciertos del gobernador Astudillo: convertirse en coordinador convocante para que diariamente se revise con rigor responsable las diferentes acciones que apunten al abatimiento de esta seria problemática.

Concluido este importante tramo de cuatro años de esfuerzos, resulta política y moralmente obligada la evaluación del equipo de trabajo. Habría que aquilatar el desempeño de los colaboradores, pues el trecho que queda por caminar hoy más que nunca reclama de renovadas capacidades, aptitudes y actitudes, de sólidas lealtades, de intensos y sostenidos esfuerzos y de una gran humildad para que la ciudadanía siga manteniendo la esperanza en un gobierno que se ha empeñado en ser diferente, de trato sencillo, humano y justo.