Jesús Lépez
Por sorprendente que parezca, la respuesta de Adela Román Ocampo al paro de transportistas que afectó a miles de acapulqueños y que se debió al grave problema de inseguridad y el cobro de cuotas en Acapulco, fue una propuesta de campaña electoral por la gubernatura de Guerrero:
“Si hay líneas que nos están amenazando que no van a dar el servicio yo como gobernadora les cancelaría sus concesiones”, expresó.
Ya que aseguró que “la seguridad la estamos dando”, “no estamos cruzados de brazos”, y que la Fiscalía de Guerrero se ha enfrentado a balazos con los criminales, aunque no mencionó ni una sola acción realizada por la Policía Municipal como para que los transportistas o cualquier otro sector no tenga razón para manifestarse.
Digo, el que gente armada pueda andar por tu municipio y pare el autobús o el taxi que le dé la gana, y le prenda fuego en plena zona turística, como que no es un buen indicativo de que el municipio esté cumpliendo con la seguridad, como para que la presidenta municipal asuma una postura tan exigente y hasta represiva hacia un sector afectado por el incumplimiento de una de sus responsabilidades.
¿Se imagina usted que hombres armados le exijan cuota, intercepten y le quemen su unidad en cualquier vía pública de la ciudad, que ninguna patrulla haga nada por detenerlos y para colmo si usted se manifiesta la alcaldesa exija que se cancele su concesión?
El colmo es que sugirió que al igual que en otros estados hay una confabulación para lo que llamó “un golpe de estado blando” contra el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que nada tuvo que ver con el paro de los transportistas que expresaron demandas muy claras hacia las autoridades locales, como si intentara desesperadamente asirse de la figura presidencial como de un salvavidas político, sin importarle embarrarlo en el lodo que a él nadie le está lanzando.
Me parece que no es satanizando a un gremio afectado, ni con teorías del complot como se va a resolver el tema de la extorsión al transporte público y al comercio, que no es asunto solamente de investigación, sino de prevención y de flagrancia en la cual puede actuar cualquier cuerpo policiaco.
Este viraje que Adela Román intentó darle a la notable ausencia de su gobierno en las negociaciones para reactivar el servicio del transporte público, el pasado sábado en Acapulco, y utilizarlo en favor de su aspiración política convirtiéndolo en una teoría del complot, es lamentable porque la hace ver como una gobernante que ha perdido la capacidad de ponerse en los zapatos de sus gobernados.
Por cierto que en esa misma entrevista que dio a reporteros durante un recorrido por la colonia Emiliano Zapata, la alcaldesa dijo además que ojalá el transporte público se municipalizara para quitar la mitad de las concesiones ya que hay saturación en las calles del puerto. En eso si estoy totalmente de acuerdo con la alcaldesa. Son demasiados.