* El periodismo, pasión insaciable

Miguel Ángel Arrieta

Nuca antes el periodismo concebido desde la obligación de explorar, analizar, informar, describir y orientar a la sociedad, había quedado tan expuesto a la distorsión de su responsabilidad como ocurre actualmente ante la incursión de individuos que asumen la personalidad reporteril a modo de ocurrencia que le permita sobrevivir política y económicamente.

El periodismo se crea, no se copia ni se entinta al extremo. Vicente Leñero, una de las figuras centrales del periodismo mexicano, construyó un método que definió un estilo generacional “a partir de la observación de la realidad y no de su juicio”, apuntaba. El trabajo de Leñero se extendió hasta la literatura en base a un ejercicio periodístico ejemplar por la carga de ingenio y dedicación a la exploración de los acontecimientos.

“El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”, señala en su legado periodístico Gabriel García Márquez.

El periodismo es la práctica inagotable de acompañar los acontecimientos. Periodismo es atestiguar cada avance de movimientos sociales; ser parte de marchas sobre las que informará con detalles; permanecer al acecho de aquello que rompa la cotidianidad; cuestionar conductas antisociales; vivir bajo la sensación de que durante el sueño la realidad continúa y no podemos seguirle el paso; rechazar información como versión única del suceso; complementar lo que la ciudadanía no alcanza visualizar y entender el oficio con un enfoque religioso que demanda total devoción.

Para Carlos Monsiváis, el periodismo era su forma de vida, su fuente principal de ingresos, su trabajo básico.

“Yo creo que el periodismo te permite contemplar la realidad como una interminable, profusa, múltiple telenovela y además novela. Te permite conocer a gente sensacional y también conocer políticos para equilibrar. Te ayuda a relacionarte con los múltiples niveles de una sociedad tan profundamente injusta como es la latinoamericana y además te permite la práctica de la escritura en condiciones difíciles que suelen terminar en tu contra”, explicaba Monsiváis.

El periodismo no es encender un teléfono celular y transmitir lecturas de lo que publican los medios. Tampoco producir medios impresos o electrónicos dedicados a una programación desprendida exclusivamente de boletines oficiales. Mucho menos plagiar trabajos creados por otros autores y difundirlos como propios en las denominadas redes sociales.

El maestro Julio Scherer García, considerado el periodista más completo del siglo XX en México, refirió que en nuestro oficio —el periodismo—,  sabemos que no hay manera de resistir un suceso. Es el vacío que se abre. Se traga al reportero, al cartonista, al escritor hecho en la tinta de la información.”

“El periodista escudriña, busca el diálogo, apela al testimonio. La cirugía y el periodismo remueven lo que encuentran. El periodismo ha de ser exacto, como el bisturí”, definió el fundador de Proceso.

“Permanece el periodismo en los seres que viven y en las cosas que son. Su grandeza es la del hombre. Su poesía es el agua que corre sin agotarse”, subrayaba don Julio.

El problema viene cuando advertimos la creación de organizaciones que presumen ser integradas por periodistas y en realidad carecen de toda idea sobre este oficio.

Por lo pronto, en Acapulco el SNRP encaja en el molde de lo que no se debe hacer cuando se pretende ser periodista. De hecho, su presencia puede servir de ejemplo en las universidades y escuelas de periodismo para enseñarle a los jóvenes el camino que no deben tomar si pretenden ser periodistas.