Javier Cadena

Según información de la Secretaría de Salud del gobierno federal, de 1983 a diciembre de 2018 en México se registraron 203,312 casos de sida, de los cuales 10,531 fueron en Guerrero.
También a partir de 1983 la Constitución Política del país establece que “toda persona tiene derecho a la protección de la salud”; y este principio jurídico es de suma importancia porque muestra cuatro coincidencias relevantes:
1.- Con lo estipulado por la Organización Mundial de la Salud en el sentido de que “el goce del grado máximo de salud que se puede lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano”.
2.- Con el descubrimiento en 1981 con el primer caso de sida en el mundo y con el descubrimiento en 1983 de un nuevo agente patógeno.
3.- Con la detección en 1983 del primer caso de sida en México. Y,
4.- Con el reconocimiento en 1985 por parte del gobierno mexicano de su presencia en el territorio nacional.
Para combatir esta epidemia y hasta que eso no suceda algo extraordinario que la evite y cure, es atinado afirmar que la mejor vacuna en su contra es la educación y la información veraz y oportuna, ya que con ello al ser humano se le dan elementos para la prevención, y entonces, para este fin, el sector salud a todos los niveles de gobierno debe cubrir varias aristas:
1.- Informar a la sociedad cómo se adquiere y cómo se puede evitar su transmisión y que esta información sea específica para cada grupo.
2.- Educación sexual en la pre adolescencia.
3.- Detección oportuna.
4.- Tratamiento antirretroviral eficiente y oportuno.
5.- La mamá enferma debe tener tratamiento adecuado y oportuno.
6.- Todo seropositivo debe de tener un tratamiento específico. Y,
7.- En las poblaciones que usan drogas intravenosas, implementar medidas encaminadas a disminuir el riesgo de transmisión, como el de proporcionar jeringas esterilizadas.
Es decir: en materia de prevención, la educación y la información son la clave, y en esta labor todos los sectores sociales involucrados deben participar, a través de campañas a población abierta, promoviendo, cuando menos, el uso del preservativo, así como la práctica de aplicarse la prueba del VIH de manera periódica y, si llegase a existir y difundirse, la vacuna anti VIH.
También es necesario hacer campañas de información, prevención y atención orientadas a sectores clave, con acciones concretas para cada uno, de acuerdo a sus características y necesidades.
Sólo así la Secretaría de Salud federal algún día podría decir que el VIH/sida ha sido erradicado del territorio nacional, pero aquí vale preguntar si será posible que algún día se consolide la suma de voluntades de toda la población, sin importar sexo, raza, clase social, niveles de estudio y demás puntos que diferencian a una y uno de otra y otro, y todas y todos mexicanas y mexicanos.
Suma de voluntades que desde su inicio deberá incluir otro aspecto relevante sin el cual, no resulta obvio afirmar, los resultados serán nulos y vano el esfuerzo: un presupuesto gubernamental suficiente cuyo ejercicio esté correctamente orientado a combatir esta pandemia.
Sin estas sumas, no está de más advertir que lamentablemente en México habrá sida por un rato más.