Por R. SALGADO L.
Las exigencias de incrementos salariales desproporcionados, aunque pudieran ser ampliamente justificables, trastocarían seriamente los modestos presupuestos del Estado y ocasionarían una peligrosa espiral que acabaría con la capacidad de respuesta hacia las demandas más sentidas de la población.
Ha prevalecido durante mucho tiempo que el ritmo, los limites y la regulación las ha venido generando el Gobierno Federal con el fin de propiciar condiciones de equidad y moderación en los porcentajes anuales de incremento salarial a la burocracia, como también marcando los mínimos y máximos, a fin de que las repercusiones en las Finanzas Estatales y Municipales surtan efectos con cierta equidad y justicia.
Es indudable que en la burocracia oficial Guerrerense no han mediado criterios que fijen con relativa igualdad y con raseros equitativos que obedezcan a la implementación de tabuladores uniformes, viables y razonables.
A trabajo igual, la exigencia de salario equitativo; sin embargo en los distintos poderes del estado existen diversidad e inequidad en los salarios, en algunos casos de privilegio y otros con raquítica percepción, lo que genera una gran desigualdad, molestia, desilusión y hasta frustración ante la desproporción salarial.
Resulta oportuno revisar cuidadosamente lo que ha surgido en los últimos días en el Poder Legislativo del Estado. El enconado divisionismo de las fracciones parlamentarias, la inexperiencia de varios diputados, la equivoca y desacertada conducción de la Junta de Coordinación Política ,la altiva tozudez ha impedido la búsqueda de coincidencias, los arrebatos sectarios que evitan los entendimientos, el predominio y empoderamiento de sentimientos de autosuficiencia, el desprecio e indiferencia a las fracciones parlamentarias menores, todo ello ha llevado al nivel de grave evidencia al deterioro y desprestigio cada vez mayor del H. Poder Legislativo.
Sin pretender cuestionar la capacidad del presidente de la JUCOPO, los tropiezos y desaciertos en el corto camino se han venido multiplicando por decenas; la improductividad legislativa es evidente, la armonía y cordial convivencia no se han podido dar ante diferencias de posturas irreconciliables que los ha colocado en momentos críticos; la perniciosa permisividad inconstitucional de vulnerar la alta tribuna al permitir su uso pasando por encima de la ley, los improperios y desmanes, el cierre y saqueo de instalaciones, y lo último y muy grave, que nuestros señores representantes populares sesionen en recintos inapropiados, causando grave extrañeza el rebase de los límites legales y vulnerando a la institución Legislativa.
Lo que ha motivado el cierre de la sede del Poder Legislativo, es la ausencia de sensibilidad política, la apertura de diálogos sinceros, francos y confiables. No puede admitirse que en el seno de este poder, esté cancelada toda capacidad persuasiva, inteligente y de fina operación política.
Podríamos admitir que un elevado porcentaje de diputados carece de experiencia y quizá hasta de la más elemental capacidad, aunque existen cuadros muy calificados, con sólida experiencia que podrían ser coadyuvantes importantes en la solución del conflicto. Lo que se ha estado evidenciando es la irreductible posición política por un lado de quienes se sienten dueños del poder por ser mayoría y la posición de quienes por ser minoría, dejan de asumir compromiso y responsabilidad.
Se ha sostenido siempre que la gobernabilidad no solo es competencia exclusiva del Ejecutivo, sino que es condición fundamental en un Estado de derecho, que cada uno de los tres poderes del estado, contribuyan para preservar la paz, la armonía y el desarrollo del estado.
Debe surgir con inaplazable exigencia una nueva actitud del coordinador del Congreso del Estado, hacer eco con urgencia a la convocatoria que ha venido impulsando el presidente de la Republica y el Ejecutivo del Estado, concitando a la apertura y el entendimiento, de tomar la iniciativa y generar mayores y mejores condiciones para poder avanzar.
Es incuestionable que quien es proveedor de los recursos al poder Legislativo, es el Ejecutivo a través de los presupuestos aprobados por los propios señores Diputados; pero corresponde a cada poder el ejercicio transparente, honesto y equitativo de sus presupuestos sin rebasar los límites de lo justo.
Resulta incuestionable, que cuando se evidencian irregularidades en el Poder Judicial y se observa apatía e indiferencia en el Legislativo, surge el fenómeno de la descomposición y de que a pesar de los esfuerzos del Ejecutivo, nadie aclara con relativa contundencia los inconvenientes que razonablemente justifiquen la negativa para acceder a los planteamientos de los trabajadores, como tampoco se demuestran esfuerzos tangibles en la búsqueda de soluciones.
¡Urge! La conciliación Política interna de las fracciones parlamentarias para darle aliento a la vida democrática de los Guerrerenses.