* Una voz ordena, manda, corrige, aprueba
* Vocecillas perversas, alientan la ruptura
* Inminente, la ruta de las definiciones ¡ya!
Jorge VALDEZ REYCEN
Una crónica desnuda, reveladora de los entretelones de una fatigosa negociación por los dineros públicos, no solo exhibe un desaseado manejo político, sino compromete la credibilidad, independencia de un Poder Legislativo supeditado a la figura de un personaje central que ya es factor de división, encono y hasta desafiante al equilibrio de poderes que debería preservar.
Dicha entrega periodística confirmó lo que era un secreto a voces en la mayoritaria bancada morenista del Congreso local: está en curso una rebelión de dimensiones desconocida aún, que pone en riesgo la estabilidad de programas, proyectos, compromisos, asignaciones, partidas y soportes económicos que le dan sustento a la frágil gobernabilidad en Guerrero.
Varias lecturas tienen los hechos suscitados las últimas horas del 2018 y las primeras del año nuevo, en relación al presupuesto de egresos del 2019 y que exponencialmente reflejan una posición de poder metaconstitucional, que ridiculiza el noble ejercicio parlamentario y avasalla cualquier intento opositor al interior, so pena de ser alcanzados por el descalificativo de corruptos.
Desde fuera del Congreso, una voz incide en su interior. Es quien ordena, dirige, cambia, instruye, corrige, aprueba, condena y manda. Todo es a capricho, sin argumentos; desde la soledad, en solitario, con un goce interior que lo hace más cercano a sentir placer. ¿Acaso eso no es tener el poder?
Pendejea a quienes no le obedecen, ni cumplen sus órdenes sin repelar. No hay de otra, en estos tiempos que suponen el fin de enormes dispendios, moches de 2.5 millones de pesos a diputados, entre otras linduras.
¿Puede un solo hombre poner en jaque a las instituciones de gobierno?
Si la respuesta es positiva, el silencio oficial no es la mejor conseja, ni tampoco la omisión.
En cambio, el no rotundo debería imponerse a través de otro esquema: que se expresen todas las voces, en un ejercicio democrático, donde públicamente se rompan silencios (es lo que quieren) y se haga un traje a la medida de las condiciones precarias de la economía estatal.
Una figura central, que imponga a rajatabla su criterio ante las formas legales, constitucionales, de repartir los montos, partidas, asignaciones, a condición expresa de que su voz es ley, pone en el filo de la navaja a una entidad que tiene un Plan de Desarrollo confeccionado para 2015-2021 y lo hace letra ociosa. Las condiciones cambiaron, aducen. ¿No entienden que esto ya cambió?, cuestionan.
Sucumbir a esa dicotomía sembrada en el punto de origen de las instituciones que le dan a esta entidad el marco legal, parlamentario, democrático, bienhechor, garante de las libertades y férreo defensor de los intereses más sentidos del pueblo, es el suicidio político, la abdicación al poder conferido por electores en urnas y el triunfo de quién usurpa ese poder.
Las vocecillas perversas que alientan esta trama deben ser desoídas, exhibidas en su más baja entraña y condición leguleya. No solo basta anatemizar a quienes aportan odios, reyertas, discordias, en un juego maniqueo de poderes. A esos se les combate con todo el peso de la ley y se les exhibe en la plaza pública como traidores a la patria y a su misma entraña.
No puede, ni debe haber tanto poder para destruir, lo que costó años de sufrimiento, zozobra, violencia, luto y sangre. Esa historia de iluminados obsesionados con la concentración de un poder que no les fue conferido, sino delegado, asignado, lastima más todavía a los que entienden que esas prácticas ya no pueden regresar del pasado, como fantasmas.
La respuesta vigorosa, firme, certera, sin dudas, debe imponerse sin dilación alguna.
Se transita por una ruta que hace inminente llegar al terreno de la definición, aunque lo dable sea evitar la ruptura. Empero, esa condición ya es una obviedad.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.