* El “ego” de EPN; el avance, “por fin”, de la ciclovía

Alfonso A. Catalán

El arte de realizar estatuas para la egolatría y demostrar el poderío de los gobernantes no es nada nuevo. Ahí tenemos la estatua sedente del príncipe Gudea, en Mesopotamia (lo que es ahora Irak) o las realizadas a los diferentes faraones de Egipto, en África.
A su vez, cuando existía Mesoamérica florecieron diferentes culturas como los toltecas, olmecas, mexicas, que realizaron esculturas a sus dioses, como los atlantes, las cabezas gigantes o el calendario azteca, respectivamente.
Como representación de verdaderas deidades, antes, y como señal de poder, grandeza y para que perduren el recuerdo de sus obras, los reyes y presidentes han realizado infinidad de esculturas y estatuas.
Miles de ellas, eso sí, si bien resisten el paso del tiempo, cuando llega un nuevo gobierno con una nueva ideología, son derribadas, en clara simbología a la caía del poder, como en el caso de las de Sadam Husein en Irak, en el 2006, o la de Fulgencio Batista, en Cuba, durante el triunfo de la revolución, en 1959, solo por citar ejemplos.
Por eso es que no debemos asombrarnos si el presidente Enrique Peña Nieto mandó realizar su escultura. Ya han pasado 4 sexenios cuyos gobernantes de la nación, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, ha hecho lo mismo y nadie lo ha tomado como “La Noticia”.
El llamado presidente que inició la “Guerra contra el Narco”, develó su obra —realizada por el destacado escultor Ricardo Ponzanelli— el 1 de diciembre del 2012. Repleta de bronce y de 2.20 metro de alto, tiene la misma estatura que la ya develada estatua de Enrique Peña Nieto.
Es de destacar que el gobierno de Felipe Calderón informó en su momento que el costo de su obra fue de medio millón de pesos, así que es casi seguro que la de EPN, cuya altura es la misma y se asemeja a las otras 13 estatuas que se encuentran instaladas en la Calzada de los Presidentes, dentro de Los Pinos, tuvo un valor bastante parecido.
Entonces, ¿por qué no informar al respecto? Digo, todo mundo sabe a estas alturas el presunto desvío de recursos en el que estuvo inmiscuido por la llamada “Casa Blanca”, así que ¿qué tanto le cuesta transparentar los gastos invertidos?
Luego, la creación de la estatua solo demuestra el ego del presidente, que cree que con sus reformas estructurales hizo todo un bien para México, si bien la verdad es que queda como el gobernante más impopular de todos: El caso Ayotzinapa, el gasolinazo, y la violencia imparable son cuestiones que nunca supo responder.
Se va Peña pero deja su estatua, que lo engrandece como lo que en verdad debió ser: un gobernante justo y preocupado por sus ciudadanos.
POR ÚLTIMO
Pues resulta que el gobierno municipal encabezado por “Toño” Gaspar, a través del secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas del estado, Rafael Navarrete Quezada, por fin dio luz verde para que la ciclovía sea acabada de una vez por todas.
Desde el pésimo gobierno de Marco Antonio Leyva, la obra (que se encuentra en el encauzamiento del río Huacapa) no ha sido tocada en más de 20 meses. Luego de que decenas de personas se manifestaran porque los trabajadores pensaban cortar todos los árboles de las orillas, todo trabajo fue parado.
Ahora comenzarán a darse avances para que la ciclovía sea construida en su totalidad y se podarán unos 60 árboles que ahí se encuentran.
Esperemos que esta vez estas acciones den frutos y que los más de 63 millones de pesos que se dieron para esta construcción, así para la de los parques lineales, se vean realmente invertidos. (armando16cat@outlook.com)