RAÚL SALGADO LEYVA

El acto republicano realizado el día de ayer en el Congreso del Estado, con motivo del tercer informe de gobierno, resultó una importante demostración de que las diversas fuerzas políticas están firmemente comprometidas y conscientes de que los supremos intereses del estado están por encima de cualquier actitud o postura.
Se observó voluntad y amplia disposición para encarar con certidumbre el futuro y puso de relieve, con evidente esperanza, que los diputados que integran la 62 legislatura sabrán evitar las confrontaciones y discusiones estériles, que en nada contribuyen a la armonía social, pero que sí afectan sensiblemente la cordial convivencia política.
La presencia de los tres poderes del Estado, además de la asistencia de diferentes manifestaciones políticas, civiles y religiosas, cohabitaron en el mismo recinto, en donde se hicieron escuchar ideas, posiciones ideológicas de actores diferentes, que fueron el marco indiscutible de una civilidad política que se consolida en nueva vida democrática.
Las posturas asumidas en tribuna por cada una de las representaciones políticas, se distinguieron por su singular aplomo y particular sobriedad, abordando en todos los casos estar al lado de aquello que favorezca a los guerrerenses.
El PRD, en actitud que parece intentar rescatar las ideas que le dieron origen, logró llegar más allá que la simple añoranza de sus buenos tiempos y planteó temas interesantes.
El posicionamiento de MORENA se asumió como relator de datos estadísticos sobre el estado, los ancestrales rezagos y el lento desarrollo por los problemas que nos agobian; sin embargo, su crítica y serena participación dejó la grata impresión de que se asumen sin reserva para buscar juntos, poderes y ciudadanía, las mejores formas para alcanzar la paz y el progreso de Guerrero.
En tanto, el gobernante, Lic. Héctor Astudillo Flores, en actitud serena, objetiva y razonada, hizo hincapié de lo complicado que resultó el inicio de su ejercicio de gobierno; de la grave situación política, social y económica que vivía Guerrero y que padeció de manera lastimosa y crítica. Tuvo que asumir con entereza y firme decisión el reto sin amilanarse en la difícil tarea de gobernar a un estado en constante conflictividad.
En ningún momento dudó en comprender y reconocer la compleja problemática que aún se vive y de que aún existen muchas tareas y compromisos pendientes por realizar; reconoció ser el primero en sentirse preocupado y ocupado sobre los diversos asuntos que aquejan al pueblo guerrerense y en emocionada convocatoria solicitó el concurso de todos para hacerle frente a los graves retos del futuro.
En el acto político del que fuimos testigos ayer muchos guerrerenses, surgió la esperanza y la certidumbre de que hoy existen las mejores condiciones para el logro de entendimientos, de civilidad y de una sana convivencia democrática, que es en definitiva, lo que nos hace ver el futuro de Guerrero con mayor y mejor optimismo.
Sin duda alguna, el evento de ayer resultó una valiosa lección de civilidad política.