Isidro Bautista

Hace algunos años un ex gobernador acuñó una frase con la que intentaba describir lo difícil que resulta gobernar este estado: “Guerrero no es Disneylandia”, aludiendo al mundialmente famoso centro recreativo que es sinónimo de diversión. Desafortunada la referencia, pero no le faltaba razón a quien la expresó ante periodistas.
Y es cierto: Guerrero es muy difícil de gobernar, mucho más que otras entidades federativas del país, casi semejante a Oaxaca, por un lado, naturalmente, debido a su rezago, por su pobreza y marginación históricas, y por el otro, por el surgimiento de infinidad de agrupaciones o movimientos “sociales” disfrazados de organizaciones no gubernamentales, y que en el fondo son afines o tentáculos de entes subversivos, o de guerrilla, que siempre han sido antisistémicos, claro frente a gobiernos principalmente del PRI, que han hecho y hacen ahora, más que nunca, el intento de acceder al poder, cueste lo que cueste, aunque se afecte a terceros.
Se han mantenido al acecho de cualquier suceso que pudiera representarles una bandera para salir a las calles, protestar hasta el exceso y doblegar incluso a las autoridades, muchas de éstas merecidamente, por su desempeño inmoral, por ejercer un gobierno que ha pisoteado derechos humanos y maltratado a los pobres o marginados.
El entonces gobernador Zeferino Torreblanca Galindo llegó a tildar como “lucradores sociales” a algunos líderes de organizaciones campesinas o “populares”, en tanto que otras no han aceptado ser cooptadas o desistirse, por su formación o adoctrinamiento ideológico, específicamente relacionado con el marxismo, en su lucha incesante de derrocar a toda costa a gobiernos y acceder al poder en su lugar. Uno de los pasos evidentemente ha sido la búsqueda de convertir a las comunidades o municipios en los que tienen influencia política en pueblos “autónomos”.
Inclusive, como se ha dicho en reiteradas ocasiones, desde su surgimiento, hay policías “comunitarios” o grupos de “autodefensa” más vinculados a los intereses de los movimientos subversivos que al deseo de servir al pueblo en general. No atacan al crimen organizado, por el que se supone se levantaron en armas, sino pugnan a favor de aquellos intereses, muchos de sus miembros o comandantes con el atrevimiento de portar playeras, gorras o banderas estampadas con la imagen de Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, el Che Guevara o Marx.
La orografía complica la construcción de caminos, y sin carreteras no van los médicos o los profesores a cumplir con sus servicio, o no llegan alimentos.
Hay otras causas que no podemos mencionar por falta de espacio.
Quien llega al sitial de gobernador del estado tiene como misión primordial mantener y fortalecer la paz social, garantizar la seguridad y darle vigencia a la gobernabilidad cada hora y cada día, con decisión también de combatir realmente la corrupción en todos sus niveles, que ha sido de igual forma, impedimento para avanzar.
Un gobernador del estado, supongo, desde que despierta y hasta que duerme debe estar alerta, atento a los acontecimientos, listo para tomar decisiones. Debe tener asesores en varias materias y especialidades que le ayuden a decidir cuál es la mejor solución para un determinado problema. Pero la decisión la toma finalmente él.
Héctor Astudillo Flores es un hombre que se ha caracterizado por su constancia, la claridad de sus propósitos y su vocación por la pluralidad, como lo ha demostrado con el hecho de haberse reunido, de inmediato, con los presidentes municipales y legisladores entonces electos, y con Andrés Manuel López Obrador, a tal grado que éste asumió compromisos determinantes en beneficio de Guerrero.
El titular del Ejecutivo sabe que lo fundamental es mantener unido a un estado compuesto por una sociedad compleja y plural en lo cultural, en lo político. Tiene que trabajar todos los días para garantizar la gobernabilidad del estado, en riesgo a cada minuto por las dificultades a las que hemos hecho referencia muy rápidamente, como lo es, desde luego, la violencia o la inseguridad, por el crimen organizado, en lo que ha sido observado no soslayarla, dentro del ámbito de sus facultades constitucionales.
No en vano se le ha llegado a considerar a Guerrero como un estado bronco.
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