Sadyhel Astudillo

La semana pasada debido a los festejos del mes patrio no se publicó el texto que ahora estimados lectores se encuentran leyendo; sin embargo, eso no descontextualiza la intención del mismo y de hecho hace que se aprecie de mejor manera la intención.
Si bien las redes sociales y aplicaciones de mensajería se han encargado de hacernos saber que nos encontramos en la etapa del año en la que cada mes tiene una festividad que nos acerca poco a poco a la de fin de año, iniciando patrióticamente con este mes de septiembre. Así es como, desde principios de mes, poco después de las “ofertas de regreso a clases” se comercializan las banderas, listones y demás parafernalia para dar el grito.
Llegamos a la fecha deseada del quince, los adornos, trajes típicos, antojitos y bebidas nacionales se ven en todas partes, se da el grito y el día siguiente es el de la “resaca”, la mayor parte de la nación esta desvelada, sin trabajar ni abrir negocios más que los que pertenecen a grandes cadenas. Nos estamos preparando para volver a nuestra rutina, quitar adornos y esperar la siguiente festividad y, en general el evento de septiembre llega hasta ese momento.
Sin embargo, a partir de mediados de octubre, los arreglos y motivos navideños comienzan a comercializarse y ser parte de las fachadas de la casa, es decir, nos preparamos para esta fecha con más de dos meses de anticipación, pero eso no termina ahí. Pasando la noche del 24 los adornos se mantiene hasta pasando la fecha de los reyes magos, es más, en algunas casas y centros comerciales no son retirados hasta febrero, curioso ¿no creen?
Quizá el tema de esta ocasión es bastante banal ya que, la venta y exhibición de adornos nos es algo precisamente trascendente en el colectivo nacional pero, esa no es del todo la intención, lo que se busca hacer es el preguntarnos ¿Por qué aguardamos con más ansias el 24 de diciembre que el 15 de septiembre? ¿Por qué duran más esas festividades? Tengamos presente que el festejo de septiembre es patriótico, es de nuestras raíces, mientras que las demás fiestas de costumbre y diciembre son aquellas que no solo hemos adoptado si no que ya las volvimos nuestras. También es curioso hacer mención de que, fuera del país, el día que los extrajeron consideran es el más importante para nosotros es el cinco de mayo ¿También bastante curioso no?
Mi intención no es el quitarles el ánimo por la navidad, el Halloween y demás festejos “foráneos”, mucho menos el pedirles que únicamente adornen con motivos mexicanos y se olviden de los demás, no. Recordemos que la cosmovisión de México es bastante amplia.
La intención es hacer una reflexión sobre nuestro festejos, el no ver el 15 de septiembre como un puente más o una ocasión más para demostrar los mexicanos que somos tomando. Honremos nuestras tradiciones, costumbres e historia ¿De qué manera? Conociéndola, leyéndola y compartiéndola y no simplemente conviviendo con amigos mientras gritamos: ¡¡Viva México!! ¡¡Vivan los héroes que nos dieron independencia!! Y que, si nos preguntan algo sobre esos héroes sepamos responder con orgullo.
Entonces pues, estas fechas son algo más que adornos y ausencias laborales/escolares, son tradiciones que debemos conocer y si, también festejar, pero qué mejor que hacerlo a la vez que somos conscientes del porqué de la fecha, del porqué de ese grito, etc., y también porque no, comenzar a “darle su espacio” a los adornos propios más que a los ajenos; bueno por lo menos desde mi particular visión. Nos vemos mejor vestidos como charros o adelita que como “santa claus” y duendes.

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