Jorge VALDEZ REYCEN
Evodio y MAL, los peores alcaldes en años
Acapulco y Chilpancingo, en el caos total
La 62 Legislatura los tiene “en capilla”
Faltaban unos días para que asumiera la alcaldía. Viajó a Paris, Francia.
Las fotos en el Facebook de Evodio Velázquez Aguirre en el mítico burdel “Moulin Rouge” decían mucho y todo del más joven de los presidentes municipales que ha tenido Acapulco en su historia.
Se han ido las hojas del calendario del trienio 2015-2018 y de aquellas fotos “subidas” por los acompañantes de quien prometía “Evo… luciona”, no quedaron ni evidencias, sólo en la memoria de quien en menos de los próximos 25 días regresará al anonimato civil y a un ostracismo político obligado por el abandono de todos, hasta de sus examigos.
Igual o peor suerte le espera a un Marco Antonio Leyva Mena, quien se convirtió en el alcalde de Chilpancingo “campeón” de los bloqueos callejeros y la toma del edificio municipal del Ayuntamiento, más que ningún otro presidente municipal en funciones de toda la historia.
Hoy en día, ambas demarcaciones municipales languidecen mientras transcurren los últimos días de sus autoridades edilicias, que dejan con evidencia real un lastre nefasto: la pérdida del principio de autoridad y una aguda crisis en los servicios públicos básicos.
El de MAL es el más escandaloso de los casos vividos en toda la historia de Chilpancingo, por donde lo observe el lector. Ya es ocioso recordar los pasajes que han dejado y siguen reproduciéndose episodios donde el rompimiento del orden es constante, como la omisión.
Se vive en los límites del delirio citadino, al tener que ser rehén “involuntario” de a “chaleco”. Los grupos que pretenden su utilidad lucrativa en la protesta callejera, agreden al ciudadano común, al que no le quedan arrestos –ni voluntad— de simpatizar con quienes han convertido a Acapulco y Chilpancingo en las dos ciudades emblemas del caos, la anarquía y el extravío del principio de autoridad.
Los alcaldes de ambos municipios reúnen para su triste realidad en su hoja de servicio como servidores públicos, la nada gratificante repulsa de protestantes que recurren al método del bloqueo de avenidas y calles para repudiar el abandono, la indiferencia recurrente y hasta la omisión a sus peticiones ciudadanas.
Ya no queda nada por salvar… ni siquiera el buen nombre mancillado por la plebe, en la percepción generalizada del saqueo, corrupción, impunidad y toda suerte de felonías, ciertas o ficticias. El juicio ciudadano del 1 de julio pasado los lanzó al contenedor, donde toneladas de basura se vertieron y generaron alertas sanitarias por infecciones que pusieron en riesgo la salud pública de sus gobernados.
Evodio y MAL están en el umbral de un sitial histórico que los ubica como los peores presidentes municipales de toda su historia, por sus hechos… y desechos.
Empezarán a repartir culpas, a salpicar irresponsabilidades, a eludir juicios contundentes de una sociedad defraudada, engañada por mentirosos que habrán de enfrentar consecuencias legales, también.
El final se acerca, inexorable, como ineludible a un ocaso de carreras políticas sin futuro, ni buena fama pública. Buscarán el cobijo de complicidades, impunidad a sus malos gobiernos, pero se estrellarán en una realidad que desde el Congreso del Estado se les han cerrado espacios y escondrijos.
Los diputados (as) de la 62 Legislatura han anatemizado a los alcaldes corruptos, en otro lenguaje que tiene el mismo significado. Vendrá una noche de cuchillos largos, pero con el ejemplo necesario y urgente de que el Poder Legislativo no solapará casos de evidente corrupción. Y nadie se diga perseguido, ni brujo… el valor de la redignificación del Parlamento guerrerense tiene esa asignatura colgada en los asuntos de urgente y obvia resolución.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.