SADYHEL ASTUDILLO
La semana pasada se escribió acerca de los cambios que tienen lugar en las zonas donde residimos con respecto de los negocios y establecimientos comerciales; el cómo los locales de abarrotes y negocios artesanales son lentamente sustituidos por cadenas comerciales y tiendas de conveniencia, logrado que el panorama general de las calles cambie. También se mencionó que la cantidad de personas que venden de manera ambulante se ha incrementado con el paso del tiempo, los cuales no muestran algún impedimento o enfermedad que los limite y les impida trabajar.
En esta ocasión se sigue con el mismo ejercicio, de colocarse en el zócalo o alguna calle transitada y observar si esta es realmente como la recordamos o si ha pasado por cambios además de preguntarnos a nosotros mismos ¿estos cambios han sido para bien en general? ¿Me beneficia o perjudican de alguna forma? Las situaciones aquí mencionadas son en mi particular caso, pero estoy seguro que muchos de ellos serán similares a los que ustedes lectores se topen.
La basura, inevitablemente es lo primero que uno observa al transitar por (casi) cualquier calle, grandes cantidades de basura sin recoger, bueno fuera que esta sea polvo (algo normal) u hojas de árboles –los cuales cada vez se ven menos en las calles-, pero en su mayoría son envolturas de alimentos chatarra y botellas de refresco, al parecer estos dos males siempre acompañarán al mexicano, el gusto por la comida chatarra y la mala educación de tirar la basura en el suelo.
Ausencia de niños jugando o “echando la reta”. Durante la primera mitad de la década de los noventa se podían ver en varias colonia y en calles diversas a “pandillas” –en el buen uso de la palabra- de niños jugando al aire libre, ya sea algún deporte, correr, el avioncito, encantados, etc., pero conforme nos acercábamos al año dos mil y con la tremenda popularidad de los video juegos, esto se fue acabando y para rematar al acercarnos al dos mil diez, la pesadilla, el secuestro de menores se incrementó y hoy en día dejar a varios niños jugar solos en la calle es impensable. Al parecer la leyenda del “robachicos” se volvió demasiado real.
En general, la gente ya no confía en nadie. Consejos como: si te piden una ubicación responde que no conoces esa zona, si te piden la hora dáselas sin detenerte, no acudas a los cajeros a retirar dinero de noche, no llevar el celular a la vista, etc., se están llevando acabo al pie de la letra y por consiguiente se genera un ambiente de desconfianza. Siendo que, décadas atrás todos conocían a todos, todos saludaban a todos y si un niño llegaba a un lugar con muchos adultos, el pequeño se sorprendía al notar que esos señores conocían a sus papás, tíos, hermanos y a veces hasta vecinos, situación que hoy en día es difícil concebir, y de ver un caso así, se le acusaría de acosador o incluso secuestrador.
Vaya pues, que esta comparación no es para simplemente apelar a la nostalgia, es más bien en pro de una búsqueda de un ambiente más sano, a que nosotros como ciudadanos y vecinos nos percatemos de nuestro alrededor y busquemos una forma de mejorarla a favor de todos ya que, de seguir así nos volveremos personas totalmente sedentarias y aisladas y los únicos entornos que conocemos serán nuestra oficina y nuestra casa, o ¿será acaso que ya estamos en esa situación?
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