RAÚL SALGADO LEYVA
(Primera de dos partes)
La educación, como todos sabemos, es la palanca fundamental del desarrollo de los pueblos y factor determinante para el bienestar y la sana convivencia de la sociedad.
En tal virtud, aspiramos a que nuestros niños y jóvenes, que son quienes habrán de responder del futuro de México, sean atendidos en la conducción de sus aprendizajes por los maestros más calificados, innovadores, con una sólida emoción social y profesional, y con una comprobada capacidad didáctica y pedagógica.
De esos maestros dependerá que nuestras siguientes generaciones obtengan la suficiente capacidad y destrezas para el mejor logro de conocimientos, habilidades y sólidas competencias que los hagan aptos para enfrentar los retos del futuro. En consecuencia, quienes deben ser el centro de nuestra atención y preocupaciones son los niños y jóvenes de México.
Por lo tanto, cuando se aborda sexenalmente la conveniencia de impulsar un proceso de Reforma Educativa, es explicable que exista en el ánimo de gobernantes el deseo de trasformar, revolucionar o modificar los esquemas, planes y programas de estudio, contenidos de aprendizaje y de proyectos que respondan a los retos y desafíos de nuestro tiempo.
La Reforma Educativa de esta administración sexenal que vive sus últimos días, se implantó de manera apresurada, lo que generó confusión, particularmente en el magisterio. La ausencia de una amplia y profunda información fue evidente, además de que las diferentes etapas fueron abordadas sin método, sin progresividad y en total desorden.
Las fases o etapas que se evidenciaron con singular irregularidad, fueron:
a) Cancelación al abuso de la venta y herencia de plazas; b) Infraestructura Educativa; c) Evaluación para el ingreso, promoción y permanencia en el servicio; y d) por último y definitivamente la esencia y columna vertebral de una reforma, el “Modelo Educativo”.
A la conjugación de estos 4 factores se le dio la equivocada denominación de Reforma Educativa.
Insistimos: la esencia, el eje fundamental de la Reforma debe radicar particularmente en el “Modelo Educativo”, sin descartar que la Evaluación es instrumento indispensable y asociado a éste, son elementos vinculatorios y complementarios, sin dejar de lado lo referente a la Infraestructura Física, ya que resultan ser las aulas los espacios que brindan, o deberían brindar, el confort apropiado para facilitar el proceso enseñanza-aprendizaje.
Todo esto resulta ser importante, pero fue atropelladamente implantado, llegando a crear infinidad de confusiones y orillando a miles de maestros a no comprender con objetividad los alcances de este proyecto. Prueba de ello lo es que el “Modelo Educativo” está siendo abordado tardíamente, está arrancando a partir de este año escolar 2018-2019 y a escasas semanas de fenecer el sexenio que le dio origen.
Este buen esfuerzo, que acabó siendo un auténtico rompecabezas, lo analizaremos con más detalle en nuestra siguiente colaboración editorial, el jueves de la próxima semana.