Alejandro Mendoza
En la actualidad existe una paradoja: todo debe aparecer civilizado, decente, democrático y logrado a través de juego limpio. La realidad contradice tal situación. El juego sucio y todo lo incivilizado parecen ganar terreno en muchas áreas de la vida pública, privada y hasta familiar.
La verdad es que quienes actúan como la paradoja señala, corren el riesgo de ser aplastados, aniquilados por aquellos que no son nada ingenuos y sí muy perversos y premeditados.
Nicolás Maquiavelo dijo que “todo hombre que intente ser bueno todo el tiempo terminará arruinado entre la gran cantidad de hombres que no lo son”. En mi caso personal, siempre defenderé la tesis de hacer bien sin cansarse, porque a su tiempo cosecharemos.
Y aunque hay quienes quieren demostrar una extraordinaria diplomacia o astucia política en el comportamiento con los demás, los cierto es que debajo de esa aparente brillante superficie, hierve un caldero de oscuras emociones: ambición, envidia, deseo, odio, rencor, traición, etc.
En nuestro mundo actual, la equidad y la justicia se considera una aspiración legítima, pero se han evidenciado las mismas oscuras emociones de siempre. El juego es el mismo. Y se ha agudizado la frialdad con que actúan los que a costa de lo que sea, quieren lograr sus propósitos.
Por fuera, hay quienes simulan respeto y cortesía, pero por dentro deberán aprender rápidamente a ser prudentes a ser prudentes y seguir el consejo de Napoleón: “cubre tu mano de hierro con un guante de terciopelo”. Muchos se conducen con esta máxima al pretender lograr dominar el arte del juego indirecto, aprendiendo a seducir, encantar, engañar y maniobrar sutilmente a sus adversarios, en su afán de alcanzar el poder.
Lo más triste de todo es que hay personas que sucumben, que son doblegadas en su voluntad, sin darse cuenta de sus maniobras, y al no darse cuenta, tampoco le opondrán resistencia ni alimentarán resentimiento contra usted.
Es necesario cuidarse de este tipo de personas que tienen la idea de desarrollar en forma consciente los juegos de poder que resultan malvados, antisociales, porque mientras hacia afuera expresan esas convicciones, por dentro suelen ser los más adictos participantes del juego de poder.
Utilizan estrategias que disimulan con habilidad la naturaleza de la manipulación que están ejerciendo. Esos individuos suelen hacer gala de su debilidad y de su falta de poder, como si se tratase de una virtud moral. Pero quienes de veras carecen de poder no muestran su debilidad con el fin de ganar simpatía o respeto.
Hay quienes creen que cuando se hace marcada ostentación de las propias debilidades, en realidad se está utilizando una estrategia muy eficaz, sutil y engañosa del juego del poder.
La realidad es que muchas personas se encuentran extraviadas por su ambición de poder. Ocurre en todos lados y todas las áreas de la sociedad. Muchos y muchas son capaces de cualquier cosa con tal sentirse grandes y poderosos, pero no logran discernir que sólo están preparando su propia destrucción. Al tiempo.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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