Héctor Contreras Organista 

LICENCIADO ROBERTO ANTONIO GARCÍA MORLET

(SEGUNDA PARTE)

En otro apartado de la entrevista, nuestro amigo Roberto Antonio García Morlet nos platicó algunos detalles juveniles del Chilpancingo del ayer, como por ejemplo de las serenatas, cuando llevaban “gallo” con Cirilo Silva, Ildefonso Castro, Antonio Alarcón que tenía una voz privilegiada, y las serenatas de estudiantes que eran el Día de las Madres o el Día del Maestro.
“Mi vida ha sido muy polifacética: fui actor también. Trabajé en varias obras teatrales con grandes actores aficionados que la podían haber hecho a nivel profesional, como por ejemplo la profesora Magdalena Vázquez, el maestro Esaú Tapia, un actor de carácter. Yo he visto mucho teatro, y trabajé con grandes directores: el profesor Montaño, la profesora Mara, la profesora Rita, el profesor Benjamín Mora.
“Estoy escribiendo mi anecdotario, mi autobiografía para mis hijos, para mis nietos, para mi familia, no lo voy a hacer comercial. Naturalmente, mis amigos sí se van a interesar y lo van a leer. Voy a narrar pasajes de mi vida, donde hay de todo: momentos inmensamente felices pero también inmensamente dolorosos, como usted sabe, la pérdida, accidentalmente, de mi hijo Horacio y mi Sergio, de mi hermano Gustavo. He recibido golpes, pero yo creo que mi carácter me ha permitido rehabilitarme, resarcirme de esos problemas que acaban, don Héctor, pero me he levantado porque no queda de otra. Tengo dos hijas preciosas, que son mi ternura, que me hacen feliz. María de Lourdes, ya tocan órgano, para que me acompañen ´Consentida´, es mi himno. Mi Aurora que ya toca el órgano perfectamente bien, mi esposa. Como ve, tengo muchos pasajes: bailarín, actor, futbolista. Recuerdo cuando fuimos a la Feria del Libro, de las primeras ferias del libro, a mí me tocó representar, caracterizado, al sufrido indio de la montaña. Sentí una gran satisfacción representarlo, una gran emoción, se emocionó todo el público que me vio. Me pusieron peluca, mi calzón de manta lo desgarré pues me caracterizaron con la ayuda de los compañeros de la excursión y la gente decía, porque se les olvidó pintarme un poco los vellos de mis piernas, y blanco, y la gente decía este es actor. Y cuando salí al escenario, me agaché, me encorvé, y se emocionó el que estaba transmitiendo, siento que lo hice bien.
“Tuve un accidente a los 15 años, que pensé que me retiraba del futbol. Me subí a una camioneta y no sabían manejar los muchachos, y me trajeron flores a la casa porque estuvo terrible el accidente y creyeron que estaba muerto, y mire, me rehabilité y volví a jugar futbol y creo que mejor.
“En la casa mi papá recibió al inmenso poeta tabasqueño Carlos Pellicer y Cámara. Fue compañero de mi padre, y vino a desayunar aquí. Qué forma, qué expresión. La cultura se ve y el refinamiento de sus modales, es una de las mejores impresiones que he tenido. El licenciado Torres Bodet fue compañero de mi papá y también vino, y Ramón Beteta, el secretario de Hacienda de Miguel Alemán, fue contemporáneo de mi papá. Y Castillo Nájera fue maestro de mi papá y pasaban a la botica o a esta vieja casona. Mi papá estaba muy bien relacionado con esos personajes, pero él siempre se arraigó aquí y todo lo dejó. El decía que Chilpancingo era su vida. No sé si lo oyó cantar en sus poemas, él dijo que no se quería ir para nada, que aquí estaba bien”.
–¿Usted escribe?
–Me da mucha pena, pero debo ser sincero: hasta ahora estoy escribiendo algunas cosas que me piden, mensajes, discursos, pero también estoy escribiendo mi autobiografía, la estoy puliendo, estoy haciendo una narración de mi vida, quiero que vaya fina porque tengo que hablar de todo y no quiero herir a nadie, al contrario, que todo quede bien, que todos queden contentos.
–¿Cuándo nació?
–Yo nací en 1929, tengo 63 años. Nací el 7 de junio, santo de mi padre, día de la libertad de expresión, así que imagínese, soy un predestinado de la vida, de veras. Me cuentan que estaban Las Mañanitas de mi padre y yo estaba viniendo al mundo. Me contaban mis abuelos, él me decía ‘mi Príncipe de Gales’, el primogénito. Así me decía mi padre. Fuimos grandes amigos. Aparte del título tan hermoso de padre, era mi mejor amigo. No he vuelto a tener un amigo tan grande, tan sincero, tan leal que me brindó todo su apoyo siempre.
–¿Cuál es el mensaje que puede entregarle a la juventud guerrerense, y en particular a la de nuestro Chilpancingo?
–Con todo gusto, don Héctor. Yo viví muchas experiencias y quiero pedirles a todos los jóvenes que hoy más que nunca deben estar conscientes de que deben ser mejores cada día en todos los aspectos, que se alejen completamente del camino torcido que se encuentra muy frecuente en la vida, y que se aparten de todos los vicios, que sean hombres de bien, padres de bien para sus hijos, hermanos, hijos, ciudadanos que quieran a su patria, que amen a México, que amen al vecino, que amen a todos, que sean respetuosos y que hoy más que nunca México necesita de esta juventud, que se debe proyectar para servirle a la sociedad. El que no sepa nada, el que no aprenda, no va a servir para nada. Tienen que estudiar, prepararse y alejarse de cosas que nos vienen del exterior y que no todas son buenas.
–Le agradezco mucho, señor licenciado.
–Don Héctor: para mí ha sido un honor y esto me ha emocionado, y créame que le agradezco a usted porque se acordó de mí, y sobre todas las cosas se acordó de mi padre y de mi familia. Usted será bienvenido y bien querido y bien estimado, don Héctor; esta es su casa. Sigo siendo un hombre modesto.
–Nuevamente, señor, muchas, pero muchas gracias.