Alejandro Mendoza
La condición del ser humano se denigra cada vez más. Hay desde luego sus extraordinarias excepciones. Sin embargo, pareciera que la maldad le va ganando al bien, pero la realidad es que hay muchas más personas que desean en sus corazones y mentes el camino bueno y no malo.
¿Entonces qué pasa? La verdad es que la gente proclive a conductas maliciosas se impone por medio de acciones violentas, amenazas, extorsiones y toda clase de condicionamientos psicológicos que paralizan a una poderosa fuerza que es la sociedad organizada.
La inyección de miedo, zozobra, incertidumbre y terror ha sido una práctica utilizada desde la antigüedad por personas, dirigentes, líderes, políticos, gobernantes, con el fin de tener control mental, emocional y de los pensamientos de las sociedades.
Pero más allá de cualquier estrategia que se pueda utilizar para cristalizar proyectos o fines contrarios a los principios y valores universales que deben dar sentido a la existencia humana civilizada, se debe enfocar los esfuerzos a entender el origen de las motivaciones que conducen a parte de la raza humana a pensar y realizar constante mal.
Hoy como nunca se puede observar en todas las partes del planeta hechos de maldad que asombran a la mayoría de las personas. Y lo peor es que hay quienes están llegando a un extremo de aprender a cohabitar con este tipo de sucesos como algo ya común de la vida cotidiana.
Nuestra sociedad no está exenta de tal condición y prueba de ello son los constantes índices de destrucción que se observa a todo lo largo y ancho del territorio mexicano.
En todo el mundo especialistas en el tema han tratado de dar explicación a las causas, orígenes, consecuencias y propuestas de solución a tan terrible situación desde puntos de vista sociológicos, políticos, económicos, culturales, psicológicos y religiosos, pero hasta el momento parece que los esfuerzos han sido insuficientes, aunque con algunos destellos esperanzadores.
La pregunta ¿dónde radica la maldad del hombre?, es bastante retadora y su respuesta nada sencilla de dar. ¿Radica en lo que el ser humano hace o en lo que es?
Rafael Díaz da una alternativa asombrosa: “Toda la Biblia de principio a fin presenta que la maldad del hombre radica en el corazón, o sea es por dentro que posee el cáncer del mal, es como una enfermedad y sus síntomas, lo que hace el hombre es solo fruto de lo que es en realidad”.
En tal sentido cada persona es responsable de sus acciones a pesar de las condiciones socio económicas, familiares, políticas, culturales, educativas y psicológicas que le haya tocado vivir desde su infancia, lo cual generó una conducta saludable o nociva para la sociedad.
Los actos del ser humano son el reflejo de los pensamientos del corazón. El fruto de las obras es resultado del corazón perverso. El corazón es sinónimo para referirse al asiento de diversas actitudes y emociones de la inteligencia, es decir, lo más íntimo que hay en el intelecto y la conciencia. El problema del mal radica dentro del ser humano en el corazón.
“Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”, dice la cita bíblica Mateo 7:17-20.
Esta metáfora entre lo que es el árbol y sus frutos es muy interesante, porque el árbol no tiene culpa de haber nacido malo, sus frutos son naturales por su condición. Si fuera un árbol bueno sus frutos serían buenos, pero aquí entendemos todo lo contrario.
“Y manifiestas son las obras de la maldad, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas; acerca de las cuales amonesto”, expone Gálatas 5:19-21.
En tal sentido resultaría imposible pensar que una persona –sea cual sea la función que tenga— pueda ser factor de cambio o transformación colectiva para bien, sí su interior tiene la condición antes descrita. ¿No crees? Entonces primero tendría que ser transformada la persona y después propiciar la transformación de su alrededor.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
http://ampalejandromendozapastrana.blogspot.mx/2018/03/por-que-las-personas-estan-vacias.html