Héctor Contreras Organista
Chilpancingo, hasta donde me consta –y me consta por espacio de 72 años y descontándole 7 son 65 en que me comienzo a dar cuenta “cómo éramos antes”-, jamás -¡Jamás!- fue un pueblo de flojos, de huevones, de dependientes, ni nunca se ha vivido aquí a expensas de “papá gobierno”.
Ha habido muchos paisanos que han trabajado para el gobierno del estado, para el Tribunal Superior de Justicia, para el Congreso del Estado y en dependencias como Educación, Agricultura, Salud, Correos, Telégrafos, Teléfonos y para el ayuntamiento.
Amas de casa que ingresaron a las filas de la burocracia, muchachas que estudiaron taquimecanografía o enfermeras, profesoras y maestros, abogados, ingenieros, médicos, comerciantes, choferes, policías, toda suerte de actividades en las panaderías, carpinterías, aseadores de calzado, músicos, ganaderos, agricultores, albañiles, peones, soldados, pilotos aviadores, mecánicos, etcétera.
Sí, Chilpancingo, como capital de estado ha sido siempre un pueblo integrado por gente de trabajo.
Dentro de sus actividades prioritarias como comunidad, nadie sugirió a la ciudadanía que cada mañana, al amanecer “barriera frente a su casa el tramo de calle que les corresponde”. Eran unas mañanas alegres y de mucha convivencia social cuando las amas de casa iban al mercado “Nicolás Bravo” a realizar sus compras.
Las fiestas de sus cuatro barrios hicieron a un lado el ambiente beligerante que se vivió algunos años atrás, cuando hubo un pleito de “celos”, por las novias, en cada barrio, hasta que el Padre Agustín M. Díaz puso la solución: Hermanó a los Barrios.
La red de drenaje y de distribución de agua se logró en el año 1950, y desde entonces –excepto lo que se ha reparado por tramos- ningún alcalde, ningún gobernador, ni ningún presidente de la república le ha entrado al toro por los cuernos. Todos le sacan, aunque ha habido presidentes de la república como Miguel Alemán que en 1950 vino a inaugurar la avenida que lleva su nombre y la Casa del Anciano, o Adolfo López Mateos que reinauguró la Escuela “Lauro Aguirre”, la “Fray Bartolomé de las Casas”, inauguró el IMMS y la Casa de la Juventud de Guerrero, el 24 de noviembre de 1964, de ahí, ningún otro presidente se ha parado por Chilpancingo a inaugurar nada.
Mucha culpa de ello la tienen los gobernadores que no saben acercarse a ellos.
No, Chilpancingo jamás ha dependido de “papá gobierno” para nada.
Cada gobernante como en su momento lo fueron Rubén Figueroa Figueroa y Alejandro Cervantes Delgado, le ha tocado hacer lo que han podido gestionar, y sus obras ahí están presentes.
Las que ya no lograron conservarse son las que hizo el ingeniero Darío L. Arrieta Mateos: “El Lienzo Charro”, por ejemplo, o la remodelación del “Campo Wallace” donde impulsó de manera sobresaliente el beisbol, pero después el ejército se apropió de las instalaciones.
Durante muchos años, los chilpancingueños tuvieron como basurero el lugar conocido como “La Ladera”, un terreno localizado a espaldas del templo de San Francisco que fue propiedad de don Ladislao Alarcón, quien fue diputado constituyente y él obsequió el terreno para que se hiciera el templo del barrio.
Chilpancingo ni en sus danzas tradicionales dependió de “papá gobierno” porque los ajuares que usaron en la Bella Época Los Tlacololeros, los Moros, Los Diablos o Los Santiagos, fueron patrocinados por los comerciantes como Rosita Lama, el señor Tufic Azar, don Pablo Beltrán, Don Pedro Padua, el del Puerto de Veracruz, quienes vestían a los danzantes.
¿Qué le ha dado “papá gobierno” a Chilpancingo?
¡Lástima!, y cobros indebidos en el predial, el agua “potable”, una ciudad sin nomenclatura, insalubridad de sobra, falta de tiraderos de basura, no hay bibliotecas municipales, teatros, canchas deportivas adecuadas, ni un ring para Box o Lucha Libre, no hay parques infantiles, pero sí calles despedazas, una “urbanización” de lo más jodido que hay en el mundo, una gendarmería y de Tránsito, inoperante, inseguridad, no existe una Delegación Hospital para Cruz Roja, a pesar del número de habitantes, ni un cuerpo de Bomberos profesional… Es decir: ¡Nada!
Entonces, ¿dónde aparece “papá gobierno” en favor del pueblo de Chilpancingo?, si aquí cada quien se rasca con las uñas como puede.
En Chilpancingo, desde siempre, cada ciudadano conoce sus responsabilidades y las aplica.
Aquí, en años idos la gente vestía con elegancia y pulcritud.
Cierto, la mayoría de gente pobre vestía cotón, calzón de manta y huaraches. Siempre limpios.
Y había tal orden y disciplina que las funciones de Box y Lucha Libre en la Arena del Pueblo, comenzaban a las 9:15 de la noche.
La curiosidad me obligó a preguntarle al Dr. Alberto Saavedra, ¿Por qué a las 9:15?
Me contestó que porque los empleados salían de trabajar a las nueve de la noche, y como estaba en el centro la arena, comenzaba la función a las 9:15, cuando ya los empleados habían llenado la arena.
“Papá gobierno” ha hecho, ¿qué?, ¿dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo?