TOMÁS CISNEROS ÁVILA
Fundador de funerales Chilpancingo
HÉCTOR CONTRERAS ORGANISTA
Don Tomás Cisneros Ávila es uno de los admirables hombres recios y rectos, muy trabajador, honrado y ejemplo a seguir, que hace muchos años llegó a Chilpancingo no solamente para buscar y encontrar trabajo y salir adelante, sino para crear y dejar huella profunda en la vida, y con ello distinguirse en la contribución del desarrollo y modernización de una ciudad como la capital del estado de Guerrero que, aunque al paso del tiempo muestre algunos avances urbanísticos, carece de actividades fundamentales.
En ello, sin duda, don Tomás es uno de los personajes locales distinguidos que exaltan con su arduo batallar el paisaje humano de nuestro querido pueblo suriano.
Ese es el término que desde siempre ha usado la ciudadanía para referirse a don Tomás: Humano, y desprendido, silente y casi anónimo en una actividad socialmente preponderante como es la enfermería, actividad profesional que ha desempeñado a lo largo de su fructífera existencia al lado de otro gran hombre –no guerrerense— como lo fue el eminente médico don Eusebio Mendoza Ávila, con quien don Tomás Cisneros Ávila arribó a Chilpancingo y comenzó sus actividades con ese señorón, quien en dos ocasiones fuera directivo del Instituto Politécnico Nacional.
Tiempos de siembra, época de nuevos y renovados amaneceres que del oriente del estado de Guerrero vinieron a contribuir con su quehacer con Chilpancingo, y al paso de los años a darle un viraje social a una comunidad casi adormilada, empantanada en el burocratismo y la desidia.
Es el entonces joven Tomás Cisneros Ávila, quien no se quedó de brazos cruzados pensando en su futuro sino forjándolo cotidianamente, palmo a palmo con las manos y con el empeño similar de quien siembra la tierra y él, sembrando un porvenir promisorio.
Parecería cosa de nada, pero las grandes cosas así inician, con actividades aparentemente pequeñas como las que don Tomás hizo en la aplicación de inyecciones y atención a los enfermos en sus largas noches en vela como enfermero auxiliar de la Cruz Roja —delegación Chilpancingo—, donde también fue el primer conductor de una ambulancia que así improvisó, propiedad del doctor Mendoza.
Y no es ocioso decir que brindó un eficiente servicio de auxilio desde entonces no sólo en traslado de heridos, sino también de personas que se accidentaban y morían en la carretera, y él los trasladaba a otras ciudades del país, y es ahí precisamente donde conoció a detalle y le surgió la idea de establecer una funeraria, que por casi medio siglo operó rentando locales hasta tener lo propio y que ha comenzado a funcionar con crematorio, servicio que no había en Chilpancingo (sólo Iguala y Acapulco, ciudades más próximas a la capital del estado) pero que gracias a esa iniciativa y empeño, Jaime, su hijo (amable y atento como su señor padre), ha comenzado con éxito para seguir sirviendo a la comunidad guerrerense .
Don Tomas nació el 17 de octubre de 1923, en San Juan Bautista Tlachichilco, Oaxaca, población limítrofe entre los estados de Oaxaca y Guerrero.
En 1940 se trasladó a trabajar a Tlalixtaquilla, donde por muchos años laboró con el papá de don Caritino Maldonado Pérez, quien fuera gobernador de Guerrero de 1969 a 1971, y de ahí don Tomás emigró a Tlapa donde conoció al médico Eusebio Mendoza Ávila quien estaba haciendo su servicio médico en esa ciudad y parte de la Montaña y él lo invitó en 1945 a trabajar en Chilpancingo.
Laboró con el médico Eusebio como su ayudante, chofer, enfermero y en diversas actividades. Cuando se fundó la Escuela de Enfermería, entró a estudiar y es miembro de la primera generación. Para los años 60 que don Eusebio Mendoza Ávila se va de Chilpancingo, el sanatorio cerró sus puertas.
Hay que decir que don Eusebio Mendoza Ávila fue dos veces secretario general del Instituto Politécnico Nacional y presidente del decanato del IPN.
A don Tomás lo favoreció que el médico Mendoza lo recomendó con muchas de sus amistades por si quería trabajar en el medio.
En el mes de diciembre de 1965 inauguró “Funerales Chilpancingo”, para venta de ataúdes. Durante tres meses abrió un local frente al hotel Muñiz, en un callejón que estaba entre Ignacio Ramírez y Alemán, prácticamente donde inicia la calle de Valerio Trujano.
Después, doña Lupita Cabrera le rentó un local en Hidalgo 9, donde la funeraria estuvo establecida por espacio de 40 años y de ahí pasó a ocupar un local de su propiedad, en Hidalgo 23, ya con instalaciones modernas y servicio especializado con velatorios.
Chilpancingo agradecido recuerda con especial referencia a don Tomás Cisneros Ávila, quien destaca en sus actividades de conductor de ambulancia y de socorrista, ya que es una de las personas de Cruz Roja que después de la balacera de soldados y policías en contra de la ciudadanía, la tarde del 30 de diciembre de 1960 en la alameda, se dedicó a atender heridos y trasladarlos al hospital improvisado de la colonia Margarita Viguri, debido a que el hospital general estaba siendo reparado en su totalidad.
En esa época conducía una camioneta modelo 50 Chevrolet, panel, que había sido propiedad del sanatorio. En la balacera recoge personas heridas y las llevó al improvisado hospital en la colonia Viguri.
Contrajo nupcias con doña María del Carmen Memije Adame, en 1959, y el 2 de octubre de 1960 nació Jaime. Se conocieron por medio de la amistad que don Tomás tuvo con don Evaristo Memije, un personaje chilpancingueño muy apreciado. En total hubo cuatro hijos: Jaime, Alma Rosa, Tomás y Patricia. Tomás es empleado, Alma Rosa, ama de casa, Paty es química y Jaime administra la funeraria.
Sobre la responsabilidad que ahora tiene Jaime, comentó lo siguiente: “Tratamos de hacer las cosas lo mejor posible, nuestros padres nos educaron para ser gentes muy responsables y muy honestas”.
Al referirle que su papá don Tomás es un hombre de carácter recio pero muy generoso y muy humanitario, Jaime agrega: “Tratamos de seguir sus pasos”.
A don Tomás Cisneros Ávila no se le ha hecho reconocimientos de ningún tipo en Chilpancingo. “En alguna ocasión, hace años la escuela de Enfermería reunió a alumnos de la primera generación, por lo demás, es ajeno a ese tipo de reconocimientos”.
En su tierra natal quedan algunos familiares y a través de ellos, cuando se necesita algún apoyo, don Tomás o su familia lo dan. “Ya tiene muchos años que no visita su lugar de origen, pero si hay comunicación por medio de telefonemas”.
En la charla con Jaime le recordamos que a su papá don Tomás le gustan las jugadas de gallos y al respecto nos informó que su abuelo, su papá y sus hermanos mayores, fueron galleros. “Cuando nací ya había gallos en la casa; soy criador y jugador de gallos, es un deporte donde se gana y se pierde, pero lo practicamos sólo como deporte”.
La esposa de Jaime es la señora María Natividad Sandoval Cervantes. Son sus hijos Carmen Estela, Alejandra Natividad y Jaime Héctor Cisneros Sandoval.