Alejandro Mendoza

El cinismo es algo que practica toda persona que ha perdido todo sentido común y la realidad que vive. Sin importar el daño que provoque siempre trata de sacar ventaja en perjuicio y burla de los demás.
Trata siempre de ser ecuánime en tus opiniones con las demás personas. En todo momento esfuérzate por ser lo más sincero posible en todo lo que expresas, cuando digas lo que piensas. Y procura siempre por todo lo alto no utilizar tú sinceridad para hacer críticas innecesarias que causen daño y puedan perjudicar el estado de ánimo de las personas.
Pero también a veces es necesario optar por no decir nada, pues decir lo contrario de lo que piensas sería una actitud perversa, de alta hipocresía y cinismo.
Por encima de las palabras y los conceptos, la batalla de las ideas no significa de manera alguna una consigna, sino implica la total comprensión de los ideales de una persona en busca de justicia, apoyo, paz y progreso.
Abraham Lincoln decía: “Los poderes del dinero están sobre la nación en tiempos de paz y conspiran contra ella en tiempos de adversidad. Es más despótico que la monarquía, mas insolente que la autocracia, mas egoísta que la burocracia”.
La hipocresía de las personas cuando se une al cinismo, siempre apunta hacia una complicidad manifiesta, ordenada y sociológicamente concertada, que repercute directa o indirectamente, en una práctica beneficiosa en lo personal o grupal y no benefactora hacia el común de la gente.
Por ejemplo, el cinismo político implica por lo demás, la exaltación indiscriminada de la improbidad, de la práctica maliciosa y de la doble moral. Ocurre muchas veces que el político hipócrita no alardea de su incorrección, sino que siempre tiende al ocultamiento y a la circunspección cuando están al frente a los medios de comunicación.
En general la persona cínica presume mucho de lo que sabe porque está consciente que es un impostor arrogante y pendenciero, así es el perfil del cínico que existe en todas las áreas de la sociedad.
El gran problema de nuestra sociedad es que cada día con mucha indiferencia a las necesidades de los demás, buena parte de la ciudadanía viven al margen de los círculos clientelares del poder, el nepotismo, el tráfico de influencias, el amiguismo, la falsa información privilegiada que pulula alrededor de gobernantes.
En este escenario se convierten en testigos del cinismo ramplón con el cual actúan buena parte de dirigentes y líderes en todos los renglones de la sociedad, principalmente políticos y gobernantes,
El cinismo, la hipocresía, la desvergüenza, la desfachatez, el descaro, la impudicia son los ingredientes corrosivos en el accionar de las personas cínicas. Cuando el cinismo se junta con la corrupción, entonces el deterioro afecta el cuerpo y el alma de las personas y por consiguiente de las instituciones.
José Martí decía: “Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura siempre lo que un pueblo quiere”. Para eso la ciudadanía debe estar consciente.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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