HÉCTOR CONTRERAS ORGANISTA
Hace años logramos reunir en un libro las biografías de quienes han dirigido lo que hoy es el Sindicato Único de Servidores Públicos del Estado de Guerrero.
Fue sin duda una tarea ardua pero satisfactoria por lo que logramos aprender en las experiencias de cada uno de sus secretarios generales que tuvieron que arriesgarlo todo a cambio de conseguir ante el patrón, que es el gobierno, conquistas laborales en favor de la clase trabajadora.
Nos informamos cómo desde la creación de lo que hoy es el SUSPEG, el primer secretario general que fue en 1945 el siempre bien recordado maestro Benjamín Mora Chino, trataron de impedir su ascenso al liderato. ¿Quiénes? ¡Funcionarios del gobierno del estado!, que vieron en la naciente organización sindical la oportunidad de manejar y dirigir desde las oficinas del gobierno a los trabajadores.
La base laboral junto con la dirigencia de su sindicato, anhelaban conquistas que beneficiaran en el salario y en las prestaciones el ingreso quincenal que favoreciera las condiciones de vida de su familia. Y para ello tuvieron que unirse, crear estatutos, firmar convenios, relaciones cordiales y a veces ríspidas con el patrón, hasta que años después se vio uno de sus más importantes logros: la creación de la Dirección de Pensiones.
Todos los trabajadores y maestros pertenecientes a lo que hoy es el SUSPEG, vivieron un magno momento histórico cuando unieron su fuerza a la del pueblo, en la huelga de 1960, contra el gobernador Raúl Caballero Aburto y fueron base importante para que se creara en 1963 la Universidad Autónoma de Guerrero. Todavía se recuerdan sus marchas en Chilpancingo por las calles de la ciudad y sus pancartas de repudio contra el gobierno, y el ascenso del secretario general de la Sección Séptima a la Secretaría General del Sindicato y, lucharon como un solo hombre, y triunfaron.
Toda la historia del SUSPEG, cada día, cada acción, ha sido de lucha. Y, naturalmente que ha tenido sus “asegunes” cuando el gobierno “ha metido la cola” y ha quitado secretarios generales para colocar “a modo” a quienes le pueden servir doblegando la cerviz ante el patrón. Por fortuna esos “rounds” han sido pasajeros. Pero otros, como las prestaciones, las jubilaciones, el ISSSPEGRO y todos sus “descomponentes”, no ha sido, ni es, ni será cosa fácil de resolver, al menos que haya disposición gubernamental para reponer los hurtos que no pocos funcionarios hicieron de Pensiones, institución que convirtieron en la “caja chica” del gobierno, haciendo mal uso del dinero de los trabajadores.
¿Por qué abordamos el tema del SUSPEG hoy?
Porque ayer tuvimos la oportunidad de saludar por las calles de Chilpancingo, caminando solo y muy tranquilo, disfrutando del centro de la ciudad, al profesor Adolfo Calderón Nava, quien acaba de entregar, después de cuatro largos años de labor continua, la secretaría general del SUSPEG. Esto sucedió en diciembre pasado.
El comentario del reportero es para expresar en este espacio, congratulaciones en favor de un guerrerense ejemplarmente trabajador, honesto, cumplido y empeñoso, ordenado, y ejecutivo para desempeñar con éxito su liderazgo, y entregar a sus compañeros y a su sucesor, un sindicato de miles de trabajadores sin deudas y sin graves problemas laborales, y sobre todo caminando. Eso les consta a todos los trabajadores.
No fueron pocos los problemas que el profesor Adolfo tuvo que enfrentar en cuatro años de gestión sindical.
Gracias a su prudencia, su humildad, su capacidad de diálogo y su don de gentes, Calderón logró destrabar una variedad de problemas en los gobiernos anteriores al actual. Supo hacer política sindical y, más allá de todo, ganarse el cariño y aprecio de sus compañeros en todas las secciones.
“A mí me podrán acusar de todo, menos de deshonesto o mañoso”, le escuchamos decir alguna vez en un discurso.
Abundando sobre el tema explicó que él tiene hijos y que no le gustaría que algún día a alguno de sus hijos le dijeran: “Tu padre fue ladrón”.
Nos invitó un café y lo disfrutamos, “porque hoy se trata de recordar — le dije—, y cuando se ha sido servidor, el servicio se comienza a gozar cuando se termina el compromiso”.
Hace tiempo, cuando faltaban pocos meses para que el profesor Calderón Nava concluyera su periodo estatutario de cuatro años como secretario general del SUSPEG, escribimos una columna sobre su importante quehacer. La titulamos “Muera el rey Viva el rey”, y fue una de nuestras más grandes sorpresas observar cómo la gente del SUSPEG vació su cariño, su admiración, su felicitación y agradecimiento al profesor Adolfo por todo lo que hizo en favor de la clase trabajadora.
Es humilde, nos consta, y es un ejecutivo. Es decir, un hombre al que no se le pasa el más mínimo detalle cuando de atender a la gente se trata. Si en su momento no pudo dialogar con alguien, personalmente toma el teléfono y se pone a las órdenes de quien lo busca.
Y esta vez no fue la excepción. Platicamos largo rato con él y hubo muchas llamadas a su celular.
-¿Y ahora, qué sigue para usted en la función pública, maestro?
-No lo sé, Héctor. Estoy disfrutando a mi familia, estoy en aparente descanso, pero ya ves, a cada rato me llaman y hay que atender a quienes tuvieron y tienen confianza en su amigo Adolfo.
Nos dimos un abrazo y lo vi alejarse caminando tranquilo, gozando un alimento espiritual que algunos le llaman: “Satisfacción del deber cumplido”. ¡Felicidades!