¿Abogados para Diputados?

 

Felipe Victoria

 

Arrancaron los tiempos electoreros (¿o más bien electorales?), donde infinidad de aspirantes suspirantes primero necesitan lograr la hazaña de ser registrados oficialmente, como sea y cueste lo que cueste, porque anhelan desde una modesta regiduría, sindicatura, alcaldía, diputación o senaduría; lo malo para todos, es que no hay piso parejo sino padrinazgos y acuerdos cupulares o hasta tradicional nepotismo.

Lo que sigue siendo un cuento chino: que se tome en cuenta a las bases partidistas, sujetas siempre a la férrea disciplina y normas no escritas del llamado “voto duro” de las instituciones concesionarias de la Democracia a la mexicana.

Lamentable el embuste para quienes de buena fe creyeron que lograrían competir en calidad de candidatos ciudadanos independientes, juntando firmas y a veces terminan teniendo que alquilar siglas y estructuras de partidos registrados, por “chiquilines” que sean.

El otro cuento, peor aún, es el de las productivas encuestas, donde los resultados a veces erróneos favorecen muchas veces a las personas equivocadas, que después en las urnas resultan perdedores.

No dudo que sí existan agencias serias y confiables, hasta honestas pues, pero ninguna está exenta de emitir pronósticos equivocados de buena o mala leche, entonces no hay más que los resultados de los conteos en las urnas, siempre y cuando no sean manoseados ni tergiversados.

Una cosa es que la gente le diga a los encuestadores que simpatiza o votará por equis personaje, y otra es que así lo hagan de veras en las urnas; igual que los electores acepten lo que les quieran “regalar”   durante las campañas antes de emitir el voto, pero no adquieran compromiso moral de corresponder al obsequio, lo mismo les den despensitas embolsadas con billetes de a cien, doscientos o quinientos pesitos.

Cierto, existen personajes con arraigo y simpatías populares o con antipatías, que ni con calzador le entran a los votantes por múltiples razones, a veces hasta por conductas negativas de sus ancestros y no propias, pero los “abolengos” y apellidos pesan mucho y los estigmas dinásticos son eternos; los leones, los coyotes, los tigres y las serpientes nunca dejarán de serlo aunque de distintas camadas.

En una República democrática no tienen validez títulos nobiliarios apócrifos concedidos por la aristocracia de la burocracia ni existen feudos heredables, solamente apellidos famosos, y la fama no es lo mismo que el prestigio.

Así, el que juniors de ex gobernadores se hayan encaprichado con ser mandamases efímeros de municipios codiciados como Acapulco, no es garantía de nada, y a veces lamentablemente hasta dejan la vida antes de tiempo, y a otros el destino y los karmas los marcan para que nunca “les toque” sentarse sobre el trono.

Por más que quieran creer que el pueblo, por humilde y menesteroso, es manejable completamente, se equivocan; los jodidos y los de abajo si algo conservan es su dignidad, pero los encumbrados no se dan cuenta de que la gente sí se da cuenta de sus artimañas regalando chácharas que no les costaron de sus bolsillos, sino provenientes de dinero del pueblo mismo.

¿Cuándo va a ser ya “la hora del pueblo”, y de que en Acapulco logremos un acalde diferente, cercano a la gente y de veras decente, pero además lugareño genuino?

No es ningún sueño imposible, porque sí hemos tenido alguno no hace muchos años: Alberto López Rosas, lajeño que no se dejó vencer por la adversidad de la orfandad y se superó; logró ser alcalde sobrio y formalito en 2002, después de un perredista externo, jalisciense de origen, y fue sucedido por un calentano antisolemne pero populachero. Gobernó completo su trienio sin grandes problemas y no dejó malas cuentas.

Hay quienes al paso del tiempo lo recuerdan y quisieran verlo de nuevo en responsabilidades públicas sirviendo a la gente, que para eso no necesita seguir siendo perredista.

A estas alturas piensan que sería por ejemplo un legislador muy adecuado, como buen abogado que es, porque urge que la nueva plantilla en el Congreso local cuente con más personas capacitadas profesionalmente en cuestiones legales, pues han sobrado quienes se la pasan dormitando en la hamaca levantando el dedo solamente o apadrinando y protegiendo mafiosos regionales que  vergonzosamente lograron cínica impunidad por la negligencia dolosa de quienes debieran procurar justicia.

En Guerrero necesitamos auténticos diputados, no cómplices con fuero de la ilegalidad consentida ni disimulada, ni voraces buscadores de canonjías inmerecidas. Apenas estamos en los límites de que se haga una sana selección de quienes impulsarán hacia diputaciones locales y federales.

-¡Tilin, tilín!- Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿cómo ve a los aspirantes presidenciales?

-Ujule chamacos, uno como que no la levanta de simpatizante externo y le están haciendo contrapeso de brazos caídos simulando estar disciplinados.

-¿Le dicen Pepe?

-¡Shhh… cábrense cayones!, ni lo digan que están pensando en su relevo.

-¿Ya lo tienen a la mano?

-Igual como cuando a Colosio le impusieron de coordinador de campaña a Zedillo; pero mejor díganme de los otros contrincantes.

-Pues Anaya como que  apantalla por broncudo, teacher pero no se ha de ir la gente con la finta, pues de lo que se trata es de atajar como sea al que les lleva mucha delantera desde hace mucho y no lo alcanzan: Andrés Manuel López Obrador.