* Relevo estratégico en mandos navales
* Llega un experto en seguridad nacional
* Coincide con los cambios al gabinete

Jorge VALDEZ REYCEN

Lleva el nombre del famoso Mariscal del Ejército Nazi que encabezó de 1941 a 1943 la ocupación en África del Norte y se ganó el mote del “Zorro del Desierto”. Es Rommel Ledesma Abaroa, un experto piloto helicopterista que llegó al máximo grado de Almirante, y ha sido director de la Heroica Escuela Naval Militar y está graduado con los más altos estándares de conocimiento y estrategia en la Seguridad Nacional. Desde el fin de semana es el nuevo comandante en jefe de la XVIII Zona Naval Militar.
Su presencia en Acapulco obedece a los relevos que desde la cúpula de la Secretaría de Marina-Armada de México se realizan constantemente, como una forma de impedir la creación de intereses y vicios, así como otros mecanismos internos de control que favorezcan al buen desempeño de su encomienda.
El almirante Rommel Ledesma Abaroa llega a Acapulco en medio de un clima por demás enrarecido, sórdido y con una estrategia que en el Grupo de Coordinación Guerrero han francamente desahuciado por sus magros resultados. Las cartas de presentación del nuevo comandante en jefe del Pacífico son de alguien que tiene experiencia y conocimiento en la materia que para el puerto resulta más que necesaria y urgente.
Cuando algunos medios informativos se han dado un festín con las cifras de “escándalo y terror”, asumiendo con sevicia un malogrado plan estratégico que revierta niveles de violencia y muerte, por la encarnizada disputa de grupos criminales por el trasiego de estupefacientes, se marca el arribo de un militar de carrera naval que además dirigió la academia de egresados marinos mexicanos.
Con la hoja de servicios bajo el brazo y voz de mando, Rommel Ledesma llega enviado por el secretario de Marina para una misión complicada y difícil, donde es apremiante alcanzar resultados.
El relevo naval coincide con los cambios y ajustes en el gabinete estatal del gobernador Héctor Astudillo Flores. Con el proceso electoral álgido y donde se han suscitado hechos de sangre que empañan la tranquilidad y el desempeño de una renovación democrática en cargos electivos.
Astudillo Flores ha comentado a lo corto y en público que los relevos han sido pausados, constantes, sin que obedezcan a presiones o a impulsos hepáticos. Lo hemos visto: Hubo relevo en la Secretaría de Fomento y Desarrollo Económico, al salir Abel Arredondo Aburto y llegar Álvaro Burgos. En Cultura, Secretaría de la Mujer (dos veces), en Educación a nivel de subsecretario, entre otros. Y así seguirán, por lo que se entiende.
Empero, es en la materia de seguridad y procuración de justicia donde la expectativa es más alta para los relevos. Es el terreno más resbaladizo por la agenda marcada por la incidencia delictiva.
No hace mucho, en apretado análisis un observador hizo un apunte certero y deslizó un razonamiento que comparto: el gobernador tiene que trabajar con 81 presidentes municipales, de los cuales un tercio enfrenta los más terribles episodios violentos que están ligados a actos donde la sospecha de ilegalidades e infiltraciones trastocan lo que llaman gobernabilidad al estado.
Se trata de municipios con una desbordada incidencia de delitos de alto impacto, donde gobierna un partido distinto al del gobernador. Ese es el primer nudo. Otro es la ausencia de alcaldes que, además, eludieron su responsabilidad, ya por amenazas de criminales o incapacidades propias. Entonces, el gobernador tiene que ir a cada municipio “en rojo” para despresurizar y operar políticamente para allanarle al alcalde problemas y conflictos. ¿Cómo se llama eso?
Es un panorama amplio, que habrá de irse detallando a medida que se hagan ajustes. El desgaste al que han sometido al gobernador es cruel y despiadado.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.