Roberto Ramírez Bravo
En Acapulco, el PRI y el Partido Nueva Alianza rompieron la alianza. Aunque en la búsqueda de la Presidencia de la República ambos institutos políticos irán de la mano, con José Antonio Meade Kuribreña como candidato, en lo local van a caminar separados, luego de que no pudieron concretar la coalición.
Así, el PRI y el Verde podrán postular a una persona —llámese Julieta Fernández, Ricardo Taja, Ernesto Rodríguez o cualquier otro militante o simpatizante—, pero el Panal irá por su cuenta llevando a quien ya tiene definido como su virtual candidato, Rubén Figueroa Smutny.
Este caso tiene mucha similitud con lo que ocurrió hace tres años en el puerto entre el PRI y el Verde, que hicieron alianza estatal para impulsar la candidatura de Héctor Astudillo Flores al gobierno del estado, pero fueron separados en el puerto. El resultado fue que el candidato priista, el médico Marco Antonio Terán Porcayo, se quedó a un paso de recuperar para su partido la alcaldía, y el candidato del Verde, Joaquín Badillo Escamilla, apenas alcanzó unos 12 mil votos.
Sin embargo, la diferencia entre el PRI y la alianza PRD-PT fue menor a los votos que consiguió el Verde. Inclusive, el PRI le ganó al PRD en términos de partido, y solo la suma de los votos petistas fue capaz de cantar el resultado en favor del actual alcalde Evodio Velázquez.
Hace tres años esta situación colocó en un dilema al candidato priista a gobernador. Se recordará que Héctor Astudillo tuvo que asistir a dos eventos de arranque de campaña: el de Terán Porcayo, que era el de su partido, y el de Badillo Escamilla, que era del partido aliado, y acompañó a ambos en actos de campaña. Sin embargo, el llamado a votar tenía que ser: en el estado, por PRI-Verde, y en Acapulco solamente por el PRI.
Esa situación complicó las cosas, porque muchos priistas votaron parejo: PRI-Verde en lo estatal, y PRI o Verde, en lo municipal. Muchos votos priistas se fueron al Verde sin que nadie se diera cuenta. Y perdieron en Acapulco.
Hoy la situación es todavía un poco más compleja, si se puede. El primer detalle es que el candidato a la Presidencia por el PRI, se reúne con sus aliados del Panal, y el candidato de este partido en Acapulco no puede estar presente. Alguna cortesía política de la dirigencia estatal o nacional hacia el gobernador Héctor Astudillo debió impedirlo, toda vez que es sabido que Figueroa Smutny ha arremetido una vez sí y otra también, contra el gobernador, a través de las redes sociales, y obviamente la relación entre ambos es cortante.
Al encuentro realizado este domingo de Meade Kuribreña con Nueva Alianza, no fue invitado Figueroa Smutny. La explicación de que se trataba de solo un encuentro con la estructura partidista es difícil de creer, porque en cualquier partido el candidato a alcalde de Acapulco es una figura relevante, que podría asistir aunque sea como mero invitado de honor.
Eso es una señal: el Panal va a jugar con Figueroa, pero siempre que esta candidatura no se oponga a los aliados priistas. De todas maneras, vale preguntarse cuántos votos va a agenciarse Figueroa Smutny, y cuántos de estos van a descontarse del PRI.
El chiste es que no la tienen fácil ni el PRI en Acapulco, ni el Panal. El PRI puede ver en esta alianza rota el reflejo de la elección pasada, donde el aliado ausente lo llevó a la derrota; y Figueroa no podrá ser una oposición real al gobierno, pero no contará con los priistas como aliados.
Tampoco contará mucho consigo mismo. Inició su precampaña —que al ser sin contendiente, deberá entenderse ya como una campaña— reivindicando a su abuelo Rubén Figueroa Figueroa en los límites de la colonia Zapata, fundada por este en 1975, y enarbolando la mano dura como fortaleza. Nótese: no reivindicó a su padre —de quien él mismo se ha ufanado que su gobierno solo mató a 17 campesinos en Aguas Blancas—, sino a su abuelo, que operó la guerra sucia contrainsurgente, en la que hubo alrededor de 600 desapariciones forzadas y un número incuantificable de guerrerenses asesinados, con pueblos literalmente arrasados. Con el pasado encima, le será muy difícil avanzar.
Malas señales, pues, se ciernen para el PRI y para el Panal en Acapulco.