Alejandro Mendoza
Esta es una pregunta interesante: ¿Qué prefieres, que te digan tus verdades en tu cara, o que te sonrían y hablen a tus espaldas todas tus verdades?
La verdad es que la hipocresía es un mal que corre a los seres humanos y trastoca todas las actividades que realizan. La hipocresía significa fingir, actuar o hablar con máscaras.
Este comportamiento nocivo de las personas es uno de los males centrales de nuestra sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de autoengaño.
La hipocresía es una de las actitudes negativas del ser humano más detestada, porque a diferencia de todas las demás, como maldad, agresividad, rencor, humillación, el afectado no tiene una capacidad de reacción inmediata y, además, por el grado de cobardía que esto implica.
La sociedad y las instituciones han impuesto normas y condiciones que obligan a mentir para alcanzar algún tipo de involucramiento. Cuando se quiere, por ejemplo, conseguir algún puesto de trabajo, muchas veces se altera los currículums. O cuando por autoritarismo somos obligados a desempeñar un rol con el cual no nos identificamos.
La hipocresía es uno de esos antivalores que humillan con más fuerza puesto que esto significa un rompimiento repentino de parte de tu caja de creencias (creí que ella me amaba, creí que le caía bien, creí que era mi amigo, etc.)
Por temor o cobardía a ser auténticos o al qué dirán, no defendemos nuestros ideales o no luchamos por cambiar aspectos negativos o destructivos que causan mal a la sociedad o a la familia, y que sabemos que al transformarlos en positivo nos permitirían vivir en armonía y bienestar.
“Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía”, así lo definió el escritor, filósofo y poeta Ralph Waldo Emerson
También es un hipócrita quien no desecha los antivalores como la mentira, el doble discurso, el irrespeto, la envidia, la soberbia, la irresponsabilidad o la infidelidad, sabiendo que son destructivos.
Un hipócrita es bueno en la representación de su papel, pero tarde o temprano se descubre su juego. Incluso, su forma de actuar no es sincera y dicen lo que no sienten, por lo tanto, tampoco expresan lo que realmente sienten, predican y no aplican.
Por ningún caso se debe ser hipócrita, ya que siempre es mejor ser honestos y sinceros. Pero esto no significa que se deba atacar y ofender a estas personas.
El mundo moderno invita a ser hipócrita, y a veces pareciera que fuera parte de nuestra lucha por la supervivencia. La gente quiere ser compasiva y filantrópica de acuerdo a sus valores religiosos y morales, pero cuando se trata de negocios y política no pueden tener compasión.
El problema está en que hablar con total franqueza y sinceridad tiene un precio muy alto: Las personas no quieren oír verdades, sobre todo si son incómodas. Las personas solamente escuchan lo que desean escuchar.
Existen personas a las cuales apenas se soporta porque me parecen antipáticas, inaguantables, demandantes, porque son abusadoras y prepotentes, porque se creen el último vaso de coca-cola en el desierto, etc.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz…
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