Federico Sariñana

Es lunes fue otro de esos días donde confirmamos que Chilpancingo es una tierra mágica: cualquier cosa puede pasar. Hasta convertirse en un vodevil.
En un mismo momento coincidieron: marchas, bloqueos, protestas, falta de seguridad y agua, con ¡¡dos presidentes municipales!! La tierra no aguantó y nos lo hizo saber a las 11:01 de la mañana con una sacudida de magnitud 4.7 grados que provocó la caída de una parte del techo/plafón de un piso del palacio municipal.
Poco o nada importó. Justo en ese momento, algunos chilpancingueños insistían: “¿Regresó Marco? ¡No chingues! ¿Es en serio? No juegues con eso”.
Marco Antonio Leyva Mena (identificado por sus detractores como “MAL”—por sus siglas—), regresaba al palacio municipal e intentaba despachar en la oficina del alcalde de Chilpancingo. Lo nunca visto: Chilpancingo, con dos alcaldes.
Jesús Tejeda Vargas esperaba en su oficina. MAL subía escaleras y saludaba trabajadores. Algunas personas lanzaban porras. Llegó a la que fue su oficina hasta hace menos de tres meses. Nadie lo detuvo.
Una oficina. Dos alcaldes. Propietario y suplente en la fórmula. Con licencia e interino. Uno político y el otro empresario. Nadie, ni ellos, sabía que podría pasar.
—De todas maneras, de los dos no se hace uno— deslizaba socarronamente un reportero.
—Que definan quien se queda mediante un porrazo de tigres—propuso otro.
—O como en escuela pública: dos turnos en el mismo edificio— sugirió otro.
Los dos alcaldes se miraron y no tuvieron más que un saludo. Incomodidad e incertidumbre entre ellos y sus seguidores. Morbo para muchos. Sorpresa para todos.
Nadie puede negar que Chilpancingo vive el peor momento de su historia. Por si la inseguridad, deficiencia en servicios públicos, falta de obra, desorden administrativo e intrascendencia social no fueran suficientes, ahora hay un conflicto inédito.
Ni en alguna novela de Jorge Ibargüengoitia sobre una república bananera se hubiera diseñado un guion como este.
MAL se atrincheró en un privado de la oficina presidencial.
—Cerró por dentro con seguro— explicó un empleado que no sabía a qué jefe responder.
Cuentan que empleados y reporteros salieron. Se quedaron, unos minutos, los dos presidentes. MAL se retiró. Dicen que dejó muchos infiltrados en la nómina municipal y otros tantos que quieren volver ahí.
Quedaron en el escritorio nombramientos de MAL a “funcionarios” con papel membretado del Ayuntamiento y su firma como “presidente municipal”.
El alcalde en funciones —Tejeda—, acusó a Marco Leyva de usurpar funciones. “Hay que entender su desesperación”, dijo.
El líder de comerciantes, excandidato —y posiblemente, otra vez candidato—, Pioquinto Damián Huato, advirtió que él y sus compañeros no dejarían a MAL volver a entrar al palacio municipal. Menos regresar a la alcaldía.
“Veníamos decididos a sacarlo, pero ya no está”, precisó Pioquinto, quien advirtió que impedirán el regreso “del usurpador” por todos los medios disponibles, incluso “a golpes”.
Trascendió que, justo en estos días, concluyó o concluirá la revisión de la Auditoria Superior del Estado (ASE, antes AGE) a la administración de Marco Leyva. Ninguna autoridad municipal —de los dos alcaldes—, como es costumbre, pudo o quiso confirmar o desmentir la información.
Finalmente, el Congreso habló. El presidente de la Mesa Directiva, Eduardo Cueva y el secretario de Servicios Parlamentarios explicaron, por separado, que aún no había una decisión sobre la solicitud de regresar. Por tanto —tema aclarado— “Chilpancingo tiene, hasta el momento, un solo presidente municipal: Jesús Tejeda”.
MAL todavía amagó por la tarde con una “controversia constitucional” contra el Congreso.
Especulaciones y teorías. Burlas y memes. Dos alcaldes y Chilpancingo peor que nunca. Convertido en un vodevil.
* Vodevil: (Del francés vaudeville).
1. m. Comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades.