¿Un 2018 menos duro?

 

Felipe Victoria

 

A los mexicanos les urgía que terminara el 2017, caracterizado por los zipizapes de la procuración y administración de justicia que simuló con varios gobernadores ladrones y el desfile de titulares de la PGR sigue.

Primero fue Jesús Murillo Karam, quien quedó en evidencia declarando tontejadas respecto a aquellas españolitas violadas en Barra Vieja, luego con su falaz versión del incendio en las oficinas centrales de PEMEX.

Pero la consagración de Murillo Karam en la PGR fue su disparate diciendo que la verdad legal de los expedientes en las pesquisas del ayotzinapazo de Iguala, ocurrido en septiembre de 2014, eran una “verdad histórica”.

Mejor lo quitaron de esa chamba sustituyéndolo con Arely Gómez, quien le puso muchas ganas pero se le atravesó el pleito entre actrices originado en una entrevista con Carmen Aristegui a Kate del Castillo, quien soltó comentarios molestos contra la primera dama en sus tiempos de estrellita de la TV.

Por más que Arely Gómez buscó la manera de encarcelar a “la tequilera Kate”, no consiguió denunciantes suicidas por el supuesto plagio de obras literarias mexicanas para servir de base a películas y teleseries fabricadas en el extranjero con pasajes de la vida de El Chapo Guzmán.

Pero la puntilla para la procuradora Arely Gómez fue el delicado reporte de su Contraloría especial sobre las anomalías en las diligencias del Caso Iguala y fue  despedida; entró en su lugar Raúl Cervantes Andrade con la tirada de convertirlo en el nuevo Fiscal General por nueve años, pero les falló el invento aparentemente y pusieron a Alberto Elías Beltrán  por mientras.

Ninguno de los titulares de la PGR ha encontrado      cómo ni por qué hacerle cargos concretos al exgobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero en relación con lo sucedido a los vándalos normalistas de Ayotzinapa, ladrones de drogas opiáceas aquel septiembre de 2014.

Pareciera que con quitarle la gubernatura fue castigo suficiente por más que aleguen los manipulados padres de los famosos 43 desaparecidos, sedientos de venganza e indemnizaciones. Nada interrumpirá su aspiración a una diputación de nuevo.

Como sea, felicitaciones a todos porque el Creador nos concedió la dicha de sobrevivir ese aciago año que estuvo difícil para muchos de nosotros, dichosos aquellos a quienes les fue muy bien, ojalá todos recuperemos la fe y esperanza en que mejore el próximo 2018 la situación, pero no olvidemos que todo depende de nuestra actitud personal con optimismo para superar barreras.

Digámosle adiós a lamentaciones y resentimientos, decidámonos a construir los cambios que queremos para nuestro país; en nuestro esfuerzo solidario están las soluciones, nada de agacharnos y resignarnos conformes con las injusticias que nosotros dejamos permanecer impunes: bien dicen que Dios dijo “ayúdate que yo te ayudaré”.

Para México vienen tiempos de graves decisiones populares: entre continuar avasallados y pusilánimes por la sucia partidocracia, en manos de inmunes ladrones de cuello blanco disfrazados de políticos para medrar como altos funcionarios, o poner un “hasta aquí”, antes que sean las fuerzas armadas las que tengan que imponer la paz y el orden, retomando las riendas nacionales que perdieron desde el primero de diciembre de 1946, cuando al abogado veracruzano Miguel Alemán Valdés asumió la Presidencia sucediendo al General Manuel Ávila Camacho.

Desde entonces, por ya sesenta y un años han sido civiles los que gobernaron o desgobernaron el país, para bien o para mal.

En la memoria colectiva Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de Lamadrid, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sin que ninguno haya dejado contenta ni satisfecha a la gente que los eligió como quiera que haya sido, y así las cosas ellos no son los culpables, pues hemos tenido los gobiernos que nos hemos merecido.

Nada más complicado y difícil que ocupar la codiciada Presidencia del país, alucinante e ingrata, al fin y al cabo, porque después de ser venerados como si fueran semidioses todopoderosos, son calumniados y repudiados, a veces injustamente.

El primer día de julio próximo quizá se celebren elecciones constitucionales y las apuestas y encuestas andan con sus travesuras de falsos liderazgos y preferencias; a un personaje tabasqueño tienen pavor de que llegara a hacer lo que tanto ha vociferado, y a los otros dos montados en la escena previa, no les tienen confianza ni simpatías suficientes.

El sesenta por ciento del pueblo empadronado no votará por desconocidos, y por los conocidos menos, porque ya los conoce, pero México no debe quedarse a la deriva y tenemos mucho que defender entre todos.

Pugnemos por un voto razonado y honesto por quien sí logre convencer para vencer; no nos vendamos por miserias ni migajas o falacias, pero sin sumarnos a los abstencionistas clásicos.

Todos estamos en deuda con las generaciones anteriores de mexicanos y debemos dejar a nuestros descendientes un país que siga siendo libre e independiente, con justicia e igualdad, honestidad, valores cívicos y probidad, no más el chiquero de impunidad y cinismo en que lo han querido transformar a capricho de oligarcas y plutócratas de derecha, centro o izquierda, metidos a malos políticos.

A cerrar filas todos los mexicanos por el país con tranquilidad y seguridad que anhelamos.