Alejandro Mendoza

El pragmatismo ha sido causa del desvanecimiento de las ideologías y de la prostitución de los principios y valores, en especial, cuando se trata de definir un rumbo optimista al futuro. Hay quienes lo justifican, pero hay quienes lo reprueban.
De acuerdo con diversos significados, el pragmatismo es la actitud predominantemente pragmática que busca la eficacia y utilidad, sin considerar los orígenes, métodos o consecuencias colaterales en las decisiones que se toman.
Se sabe que el pragmatismo es una corriente filosófica que surgió a finales del siglo XIX, en los Estados Unidos. William James y Charles S. Pierce fueron los principales impulsores de la doctrina, que se caracteriza por la búsqueda de las consecuencias prácticas del pensamiento sin importar ideologías.
El pragmatismo sitúa el criterio de verdad en la eficacia y valor del pensamiento para la vida. Se opone, por lo tanto, a la filosofía que sostiene que los conceptos humanos representan el significado real de las cosas.
Para los pragmáticos, la relevancia de los datos surge de la interacción entre los organismos inteligentes y el ambiente. Esto lleva al rechazo de los significados invariables y de las verdades absolutas: las ideas, para el pragmatismo, son sólo provisionales y pueden cambiar a partir de investigaciones futuras.
Al establecer el significado de las cosas a partir de sus consecuencias, el pragmatismo suele ser asociado a la practicidad y a la utilidad. Sin embargo, una vez más, esta concepción depende del contexto.
Cuando los políticos hablan de pragmatismo, muchas veces se basan en prejuicios y no en la observación de consecuencias. Por lo tanto, el pragmatismo político puede oponerse al pragmatismo filosófico e ideológico.
Por ejemplo: “Dejemos de lado el idealismo o la ideología y vamos a centrarnos en el pragmatismo: ¿cómo vamos a evitar la derrota política? O, ¿Cómo vamos asegurar el triunfo electoral?”, “El pragmatismo es la base de nuestro movimiento político; estamos cansados de las discusiones estériles y queremos solucionar los problemas cotidianos de la gente, sin importar que ideología se utilice”.
El método pragmático tiene una orientación y dirección de prospectiva futurista. Es la actitud de desprenderse de las primeras cosas, categorías y principios, y de fijarse en las cosas últimas, en los frutos, las consecuencias, los hechos. En vez de preguntar el origen, el principio, examina los resultados, en vez de mirar hacia atrás mira hacia adelante. El pragmatismo en vez de preguntarse de donde se ha derivado una idea o cuáles son sus premisas, examina sus resultados, su porvenir.
Y esto se puede convertir en un serio problema para dirigentes políticos y los propios partidos políticos, porque pierden sus principios, estatutos y concepciones ideológicas, que son el sustento de su existencia.
En realidad, en el pensamiento de un político pragmático ya no tiene cabida el ayudar de la gente, o generar el bien a la humanidad, o al futuro, sino su interés inmediato está en los beneficios que en lo personal va a obtener por asumir tal decisión.
En este proceso electoral rumbo al 2018 ha sido evidente el pragmatismo con que han actuado dirigentes políticos, y que queda de manifiesto con las coaliciones integradas rumbo a la elección del próximo presidente de México.
En el pragmatismo, el político ya no tiene ideologías ni principios por medio del cual normar su conducta y sus decisiones, solamente existe miope visión de obtener beneficios personales egoístas y perversos, muchas de las veces, de tipo económico, de poder y de lujos.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
https://ampalejandromendozapastrana.blogspot.mx/2017/12/rumbo-al-2018.html