ROBERTO RAMÍREZ BRAVO

La designación de José Antonio Meade Kuribreña como precandidato único y eventual candidato del PRI a la Presidencia de la República, generó en Guerrero una tormenta política, no porque los priistas locales se sientan directamente afectados en favor o en contra, sino precisamente por lo contrario: nadie en la entidad puede decir que tiene vínculos fuertes con el futuro candidato.
En todo caso, los vínculos con el abanderado tricolor parecen estar más fuera que dentro del partido que lo postulará. En Acapulco, por ejemplo, hay panistas más ligados a él —así sea a través de interpósita persona, como sería a través de Felipe Calderón o Margarita Zavala— que priistas reconocidos como aliados. Así, por ejemplo, la regidora Gloria Sierra López, expanista, experredista, ahora independiente, y el exdirigente estatal, excolaborador del exgobernador perredista Rogelio Ortega, Enrique Caballero Peraza, podrían estar más vinculados con Meade Kuribreña que los propios priistas.
Hay que verlo así: el candidato del PRI se forjó en gobiernos panistas y se vinculó muy especialmente con Calderón Hinojosa, aunque admite que siendo miembro del gabinete blanquiazul votó por el candidato priista de 2012, Enrique Peña Nieto, en lo que no debería verse como un acto de traición sino como uno de los acuerdos de lo que se conoce como PRIAN para evitar que la izquierda —representada en esa elección por Andrés Manuel López Obrador— obtenga el poder por fin en México.
Aunque los orígenes familiares de Meade sí tienen antecedentes priistas —su padre, por ejemplo, fue el artífice del Fobaproa durante el gobierno de Ernesto Zedillo— lo cierto es que cuando se incorporó al gabinete de Peña Nieto los priistas lo vieron como un invitado, alguien con quien podrían convivir, pero que no formaba parte de la competencia interna.
Si un vínculo desarrolló Meade en Guerrero, fue con el gobernador Héctor Astudillo Flores, si bien fue un vínculo institucional porque a través de sus encargos —fue secretario de Desarrollo Social y de Hacienda— tuvo que ocuparse de apoyar al estado en diferentes momentos como parte de una estrategia diseñada directamente por el presidente Enrique Peña Nieto. Meade Kuribreña, que, como se ha dicho, no se veía presidenciable hace dos años, tuvo a bien involucrarse bien en los temas de Guerrero y siempre trató al gobernador como a alguien cercano a sus afectos. Quizá otro acercamiento más o menos visible lo tuvo con la diputada federal Julieta Fernández, lo que quedó evidenciado en el hecho de que fue la única que salió a defenderlo cuando compareció ante el Congreso cuando aún era secretario de Hacienda y no todavía el precandidato que es ahora.
En cambio, su destape en la candidatura presidencial dejó en orfandad a varios, en particular al subsecretario de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, René Juárez Cisneros, quien ya se aprestaba a operar en la entidad la candidatura presidencial de Miguel Ángel Osorio Chong, e impulsaba a sus cuadros en pos de las candidaturas. En realidad no fue el único, pues casi toda la clase política guerrerense se había inclinado por el hidalguense, en la creencia de que él sería el señalado por el gran elector.
El hecho de que nadie pueda arrogarse una cercanía con el candidato ha llevado a los grupos de poder locales a tratar de mandar señales diversas. De ahí las filtraciones que buscan revolver más el río revuelto derivado de la ausencia de un liderazgo visible.
Es también el momento en que el propio gobernador está aprovechando la coyuntura para despegarse de grupos de poder que si bien le ayudaron a mantener la gobernabilidad en estos dos años, es claro que ya deben hacerse a un lado para dejarlo integrar su propia estrategia.
Como suele decir Manuel Añorve, Héctor Astudillo es el jefe político de los priistas en Guerrero y en la elección que viene hay algo que es posible esperar: las candidaturas no vendrán del centro. Los que aspiraron a la Presidencia perdieron poder, y Meade no tiene intereses directos en el priismo de Guerrero. Así que la clave, si se quiere adivinar lo que viene, está en Héctor Astudillo.