Alejandro Mendoza Pastrana
La democracia se supone debiera ser el sistema de gobierno en el cual la soberanía del poder reside y está sustentada, en el pueblo. Es éste, por medio de elecciones directas o indirectas, quien elige las principales autoridades del país.
Pero en el pensamiento popular prevalece la idea de que la democracia no existe y el pueblo no decide nada, sino las personas que están en el poder. Y en tal sentido, ya no hay nada que hacer.
Por eso es de suma importancia que la ciudadanía genere una conciencia colectiva de la necesidad de promover la participación ciudadana en los temas de interés público.
La gente se desilusiona, se desanima, se desalienta por la mentira y el engaño permanente a sus esperanzas de una mejor calidad y condición de vida.
Lo cierto es que el pueblo no tiene mayor injerencia en la toma de decisiones de los gobernantes. La propia necesidad del mismo, como falta de empleo, pobreza, ignorancia, falta de justicia, profundizan el desinterés y la apatía de mucha ciudadanía.
La persona que tiene que lidiar todos los días con lo que va a comer, no puede estar pensando en participar activamente en una democracia que al final pareciera es totalmente fantasmal.
La red de intereses y complicidades, en efecto, solo benefician a unos cuantos en un sistema político viciado y la mayoría padece una lacerante crisis económica.
La gente anhela una visión distinta de hacer las cosas en el que más se beneficien, más allá de la cosa política y sus virtudes y defectos, y estoy convencido que lo anhelamos.
Asimismo, es el pueblo el que puede cambiar o ratificar a estas mismas autoridades, en las siguientes elecciones populares.
Por este motivo los griegos hablaban de la democracia como el gobierno del pueblo, obviamente cuando el pueblo tiene el conocimiento y está consciente de tal poder en sus manos; de hecho, este es su significado literal.
Es así como se puede conformar una democracia directa, donde el pueblo es el que toma todas las decisiones ejecutivas y legislativas, o la democracia representativa, donde el pueblo por medio de votación popular escoge las autoridades que representarán a la ciudadanía, en la toma de decisiones.
Sin embargo, la realidad política derivada de sus prácticas basadas en intereses personales, de grupo o de partido, degradan la confiabilidad y la credibilidad en fangoso terreno de la corrupción.
No existe un pueblo interesado en la participación política porque los mismos políticos que ostentan el poder, estratégicamente han alentado que el sistema político mexicano funcione así.
El poder político y de gobierno debe quedar en manos de unos cuantos, para que ese pequeño grupúsculo someta la voluntad popular a su capricho y a sus intereses.
Esta pregunta genera muchas disyuntivas: ¿Existe realmente la democracia? Las constantes denuncias de supuestos fraudes electorales y supuestas violaciones al código electoral, ponen en entredicho tal afirmación positiva.
La democracia necesita de la participación de la gran mayoría del pueblo en todo tiempo, no sólo minoritariamente en tiempos electorales.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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