Alondra García
El Papa Francisco nombró al obispo del al Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, como administrador apostólico de Ciudad Altamirano.
En entrevista, el prelado informó que a partir de ahora ejercerá como obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa y de manera paralela atenderá como administrador diocesano la de Ciudad Altamirano, en la Tierra Caliente.
Detalló que la Diócesis de Ciudad Altamirano abarca parte de Michoacán y del Estado de México. Se trata, dijo, de una región con graves problemas de inseguridad y violencia debido a la presencia de varios grupos delictivos.
“A nombre del Papa Francisco, voy a ayudar en esas tierras, tanto al clero como a la gente, para preparar la venida del nuevo obispo de esa Diócesis. Yo le gradezco al Papa este signo de confianza que me tiene”, expresó.
Rangel Mendoza consideró que la noticia no será del agrado gobierno estatal, ya que actualmente existe una relación tensa entre él y algunos funcionarios que se han incomodado por sus declaraciones, en las que señala la complicidad de los gobiernos con la delincuencia y hace un llamado para negociar condiciones de paz social con los narcos.
“Yo considero que les va a caer como bomba a los del estado, la confianza que me tiene el Papa. Nada más quería dar la noticia, como esto no se sabe, por lo menos que uno que otro se persigne”, expresó entre risas.
Respecto a la labor que realizará al frente de la Diócesis de Ciudad Altamirano, dijo que se centrará en “animar la actividad pastoral y las evangelizaciones”, actividades que actualmente se encuentran suprimidas a causa de la violencia.
“Todos sabemos la situación de inseguridad que hay en esas tierras y sobre todo el problema de la extorsión a las iglesias que se está viviendo. Sabemos que ahí han sido asesinados tres sacerdotes. Sí está difícil este clima de inseguridad y sobre todo la extorsión que se da mucho en esos lugares”, admitió.