* Ignacio Ramírez, periodista, ¡mi amigo!
* “Figueroa me retó a darnos de balazos”
* El oficio de reportero, el más hermoso
Jorge VALDEZ
–Pedí una entrevista con el gobernador Rubén Figueroa Figueroa. Me dijeron que sí, que pasara a su despacho, en el Palacio de Gobierno, de Chilpancingo. En la mesa larga había dos pistolas. Me extrañó. El viejo Figueroa se me quedó viendo desde su sillón y se incorporó pesadamente, sin quitar su mirada penetrante.
Así comienza uno de los relatos más dramáticos de su carrera como periodista el enviado de “Proceso”, Ignacio Ramírez. Esta historia me la cuenta, en un trayecto automovilístico de Acapulco a Iguala, donde íbamos a intentar entrevistar al gobernador electo Rubén Figueroa Alcocer, hijo de “El Tigre de Huitzuco”.
–Me dijo: “Aquí estás, hijo de toda tu pinche madre!!” –no esperaba que me soltara tremendas palabrotas. Me intimidó –admite Nacho Ramírez–. Pero más aún, cuando me exige: “Agarra una pistola que ahorita nos vamos a matar a balazos”.
–Nooo. Espérese, tranquilícese. Lo vengo a entrevistar, por favor, cálmese –recuerda el periodista entre risas, aquel pasaje de su vida.
–¿Qué hiciste? –le pregunté. “Pues le dije evidentemente nervioso, lleno de miedo que no iba a tomar ningún arma. Saqué mi pluma y la libreta. Jamás me habían retado a un duelo a balazos y mucho menos un gobernador. De por sí, decían que Figueroa era de armas tomar y el cacique arreglaba todo al viejo estilo del Oeste.
Ignacio Ramírez recuerda que a Figueroa le encantaba tomar un fusil M-1 y cortaba cartucho con una rapidez endemoniada. Hasta los periodistas franceses que le hicieron una entrevista lo videograbaron haciendo eso con el arma larga.
El ingeniero Rubén Figueroa Figueroa le había jugado una pesada broma al reportero.
–“¿A poco crees que te iba a dar una pistola cargada?… ¡De pendejo!…”
Nacho sintió que se hacía popó… lo admite entre carcajadas. Ambos reímos hasta que el estómago nos dolió.
Llegamos al aeropuerto de Zacacoyuca, cuando el avión de Rubén Figueroa Alcocer estaba a punto de despegar. Me dice Nacho: “Órale… vas tú a entrevistarlo”.
Me deslizó entre los alambres de púas y voy a su encuentro trotando, mientras los escoltas tratan de impedirme el paso. “Vengo a entrevistar a Rubén Figueroa, soy reportero”, les grité por el ruido de las turbinas.
Me dan paso y me planto frente al gobernador electo a unos metros de la escalerilla del avión. Lo abordo con un saludo… No hay respuesta, ni saludo. Se regresa dos pasos y le pide a uno de sus ayudantes: “Oye, ¿dónde está mi pistola?”. El secretario se le queda viendo sorprendido.
–¡Qué me des mi pistola! –le grita Figueroa Alcocer. El ayudante saca de un “vas pa’pu” el arma, una Colt .45 y se la entrega. Acto seguido, se la faja a la cintura y voltea a ver al reportero:
–Ajá, ¿qué querías?…
–Lo vengo a entrevistar, para la revista “Proceso”…. Ni me dejó terminar.
–Ya te dije que yo no doy entrevistas y menos a esa revista (“Proceso”). Ustedes son como el pinche burro… nomás la sacan pa’chingar a uno”.
Se volteó y subió al avión. Me dejó así, sin más.
Regreso con Nacho Ramírez, que me esperaba en el coche rentado.
–¿Qué te dijo? –y le solté lo de la escuadra Colt .45 que pidió Figueroa cuando me vió.
–¡Esa es la nota! Y se soltó tremenda carcajada.
–¿De qué te ríes? –le dije.
–Por lo del burro… jajajajajajajaja.
A la memoria de mi maestro y amigo Ignacio Ramírez… SIN MEDIAS TINTAS.